
Esta vez Jesús se dirige a algunos que confiaban en sí mismos por considerarse justos y despreciaban a los demás. Actitud muy humana hoy y muy común. Y propone la parábola de dos personas que subieron al templo a orar. Un fariseo, que en su oración daba gracias a Dios por no ser como los demás, y un publicano que pedía a Dios que tuviera compasión de él, por ser un pecador. En el fondo hoy Jesús nos presenta dos maneras de orar. No basta con orar externamente es necesario que la oración llegue a lo más profundo y sea sincera. El fariseo de esta parábola realiza la oración, pero su palabra y su actitud están vacías, se ha buscado a sí mismo y su grandeza; en cambio, el publicano consciente de su fragilidad, pide ansiosamente salir de su pecado y alza sus manos suplicantes a Dios implorando bendición y ayuda a través de una oración auténtica. La palabra hoy llega a nuestra vida y nos invita a preguntarnos, si nuestra oración es producto de un rito externo, o de fórmulas para cumplir o si, por el contrario, es una experiencia de abandono y humildad en los brazos del Padre que es amor, fe y esperanza, constatando la manera como se inclina a nuestra súplica confiada.
Para Santa Teresa de Ávila la oración es un "trato de amistad" a solas con Dios, donde se busca un encuentro íntimo y personal con Él. No se trata solo de pedir, sino de cultivar una relación de confianza y comunicación, donde se aprende a escucharlo y se vive una amistad que transforma la vida interior y se refleja en las acciones. Son muchas las oportunidades en la jornada que tenemos para elevar a Dios una oración, no dejes pasar los minutos del día sin dedicar un momento para agradecer por tanta bondad, para hacer una revisión de vida y para acercarnos a los demás con humildad y en actitud de perdón por todas las situaciones en las cuales hemos faltado a al amor verdadero que como dice san Pablo apóstol en el himno a la caridad: “El amor todo lo excusa, todo lo soporta, todo lo cree”.
Oh, Señor, que en el beato Esteban Maya Gutiérrez y sus compañeros mártires nos has mostrado un ejemplo de vida hospitalaria y entrega por la fe, escucha nuestras súplicas. Te pedimos, con humildad y confianza, por su intercesión, un corazón humilde y sincero capaz de reconocer su fragilidad y la necesidad que tiene de tu infinita misericordia. Amén.
Recuerda a las personas que tienes a tu alrededor lo importante que es hacer una oración a Dios desde el corazón, confiada y sincera.
Nos alegraremos en tu victoria y cantaremos alabanzas en el nombre de nuestro Dios.


