26 de de mayo

 

“El que quiera ser grande, sea su servidor (Mc 10, 43)

 

Como seres humanos, muchas veces buscamos ser reconocidos por aquello que somos, hacemos o tenemos. Este es el caso de Juan y Santiago, que pese a seguir de cerca a Jesús y escuchar sus enseñanzas, sobre el sentido del amor y del servicio a los más necesitados, su corazón ambicionaba otros deseos: “Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda”. Los demás discípulos al escucharlos, sienten gran indignación, no solo por su ambición sino también porque, expresan dicho deseo a su maestro, en el momento en que él, les revela el trágico fin que le espera en Jerusalén. Santiago y Juan, en lugar de preocuparse por la suerte de Jesús, buscan asegurar la suya, antes de su partida. Quizás como Santiago y Juan, nosotros también caemos en la tentación de buscar nuestras propias seguridades, anteponiéndolas a las necesidades de los demás. Así mismo, nos dejamos llevar por la sociedad de consumo que nos muestra que solo el poder y las riquezas nos aseguran un lugar en la vida. Pidamos al Señor, que nos ayude a descubrir en el servicio y la entrega gratuita,  la fuente de nuestro poder y reconocimiento.

 

Reflexionemos:

¿Anteponemos nuestros intereses a las necesidades de los demás?, ¿cómo podemos aprovechar esta segunda parte del Tiempo Ordinario para crecer en nuestra capacidad de entrega y de servicio?

 

Oremos:

Ayúdanos, Señor, a descubrir la gran alegría que trae el aprender a compartir con gratuidad nuestra vida. A reconocer como el servicio nos ayuda a desacomodarnos, a dar lo mejor de nosotros mismos y aliviar las necesidades de los demás.  Amén.

 

Recordemos:

El servicio nos lleva a descubrir lo mucho que podemos hacer por los otros desde las cosas pequeñas de cada día.

 

Actuemos:

Salgamos al encuentro durante esta jornada de las necesidades de aquellos que viven junto a nosotros.

 

Profundicemos:

El servicio es uno de los valores que nos lleva poner en común nuestras capacidades y dones personales; también a solidarizarnos con las necesidades de los demás, así como lo hicieron muchos santos de nuestro tiempo. (Libro: Santos de tenis y jeans)

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