El año segundo del rey Darío, el día primero del mes sexto, la Palabra del Señor fue dirigida a Zorobabel, hijo de Sealtiel, gobernador de Judá, y a Josué, hijo de Josadac, sumo sacerdote, por medio del profeta Ageo: “Esto dice el Señor del universo: Este pueblo anda diciendo: ‘No es momento de ponerse a construir la casa del Señor’”. La Palabra del Señor vino por medio del profeta Ageo: “¿Y es momento de vivir en casas lujosas mientras que el templo es una ruina? Ahora pues, esto dice el Señor del universo: Piensen bien en su situación. Sembraron mucho y recogieron poco; comen y no se llenan; beben y siguen con sed; se visten y no entran en calor; el trabajador guarda su salario en saco roto. Esto dice el Señor del universo: Piensen bien en su situación. Suban al monte, traigan madera, construyan el templo. Me complaceré en él y seré glorificado, dice el Señor”.
L: Palabra de Dios
T: Te alabamos, Señor
R. El Señor ama a su pueblo.
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles; que se alegre Israel por su Creador, los hijos de Sion por su Rey / R.
Alaben su nombre con danzas, cántenle con tambores y cítaras; porque el Señor ama a su pueblo y adorna con la victoria a los humildes / R.
Que los fieles festejen su gloria y canten jubilosos en filas: con vítores a Dios en la boca. Es un honor para todos sus fieles / R.
Yo soy el Camino y la Verdad y la Vida –dice el Señor–; nadie va al Padre, sino por mí.
“A Juan lo mandé decapitar yo.
¿Quién es este de quien oigo semejantes cosas?”
En aquel tiempo, el tetrarca Herodes se enteró de lo que pasaba sobre Jesús y no sabía a qué atenerse, porque unos decían que Juan había resucitado de entre los muertos; otros, en cambio, que había aparecido Elías, y otros que había vuelto a la vida uno de los antiguos profetas. Herodes se decía: “A Juan lo mandé decapitar yo. ¿Quién es este de quien oigo semejantes cosas?”. Y tenía ganas de verlo.
S: Palabra de Dios
T: Gloria a ti, Señor Jesús