“Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido” (Mc 10, 28)
Iniciamos la segunda parte del Tiempo Ordinario renovados por la presencia del Espíritu Santo y por toda la vivencia del tiempo pascual. Hoy Jesús nos llama nuevamente a estar con él y a recordar todo aquello que el seguimiento implica: “Les aseguro que quien deje casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, recibirá ahora, en este tiempo, cien veces más ─casas y hermanos y hermanas y madres e hijos y tierras, con persecuciones─, y en la edad futura, vida eterna”. Si bien, seguir a Jesús implica muchas veces salir de nosotros mismos, desacomodarnos, dejar de lado las seguridades que tenemos, nos lleva adentrarnos en la gratuidad de su amor que provee todo lo necesario para nuestra existencia. Pidamos al Señor, que en este nuevo tiempo litúrgico que iniciamos aprendamos a caminar con lo necesario, a tener un corazón humilde capaz de seguir con mayor radicalidad las enseñanzas del Reino y a confiar en el amor providente del Padre.
Reflexionemos:
¿Qué apegos materiales o afectivos no nos dejan seguir a Jesús con mayor docilidad y riesgo?, ¿cómo deseamos vivir esta segunda parte del Tiempo Ordinario?
Oremos:
Danos, Señor, un corazón sencillo, humilde y generoso capaz de aprender a confiar más en ti y vivir con lo necesario. Que de tu mano, nos arriesguemos a dejar de lado las comodidades que nos impiden ir al encuentro de los otros. Amén.
Recordemos:
Seguir a Jesús es lanzarnos a vivir en la certeza que a su lado nada nos faltará.
Actuemos:
Presentemos al Señor en la oración de este día, aquellos apegos que no nos dejan vivir sus enseñanzas con mayor disponibilidad y entrega.
Profundicemos:
Seguir a Jesús es una aventura fascinante que requiere pasión y un gran deseo por conocer de cerca su vida y sus enseñanzas (Libro: Seguir a Jesús sin volverte un marciano)