“Han hecho de la casa de Dios una ‘cueva de bandidos’”
(Lc 19, 45 – 48)
En el Evangelio de hoy vemos a Jesús molesto, defiende la casa del Padre. “Mi casa será casa de oración”. Frente a esta actitud de Jesús logramos descubrir su postura y su celo, tantas enseñanzas, tantas parábolas y aún no entendían, ¡todavía no entendemos! Jesús nos invita a defender nuestra fe, a respetar las cosas de Dios, a ser conscientes que somos templos del Espíritu Santo y por lo tanto debemos ser dignos de ello. Debemos ser firmes en la fe que profesamos y dar testimonio con nuestra vida, con nuestros actos, que el Señor es el centro de nuestra existencia y que, por lo tanto, merece toda honra.
Reflexionemos: ¿Le doy el verdadero lugar a Dios que se merece en mi vida? ¿Doy el debido respeto a las cosas de Dios?
Oremos: Padre de misericordia, danos la gracia de reconocerte en lo cotidiano de nuestra vida y permite que tu Palabra nos transforme para así ser dignos testigos de tu amor. Amén.
Actuemos: Voy a hacer el propósito de asumir con mayor responsabilidad mi fe cristiana.
Recordemos: “Han hecho de la casa de Dios una “cueva de bandidos”.
Profundicemos: “Conozcan todos los pueblos que tú eres el solo Dios, y Jesucristo tu Hijo y Siervo” (San Clemente).
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