
Me parece muy oportuna la actitud de los discípulos que se acercan a Jesús de manera discreta para preguntarle: “¿Por qué les hablas en parábolas?”. Recordemos que el Evangelio de ayer nos decía que mucha gente había acudido a escuchar las enseñanzas de Jesús, y como Él ya no se está dirigiendo a escribas, letrados y fariseos, sino a gente sencilla, les habla a ellos por medio de historias que tienen que ver con sus actividades cotidianas (parábolas), para revelarles los misterios del Reino de los Cielos; asimismo, para que puedan descubrir desde esas realidades propias, lo que Dios va haciendo en el interior de cada persona. “A ustedes se les han dado a conocer los secretos del reino de los cielos y a ellos no”. Los discípulos han caminado con Jesús y Él los ha formado para enviarlos a una misión concreta. Muchas veces el Señor les ha dicho: “Vayan, curen, sanen”; igualmente, les ha anunciado que el Reino de Dios está cerca; ha compartido con ellos la mesa y los discípulos han sido testigos de muchos milagros en los que el Señor ha revelado, desde su condición humana, su Divinidad. Ahora, no es tiempo de buscar al Señor fuera de nosotros, ya que Él nos enseña a que lo busquemos en el interior de nuestro corazón. Él allí se encuentra escuchándonos, acogiéndonos. Él nos exhorta a que vivamos su Palabra y la hagamos vida para alcanzar la verdadera felicidad que solo Dios nos puede dar.
Cada ser humano nace con una vocación especial. Jesús nos enseña que debemos realizar nuestra misión con la actitud del sembrador, que siembra con generosidad y amor sin excluir ningún terreno. Nosotros también somos terrenos que acogemos la semilla que otros siembran en nosotros e influyen en nuestra forma de ser. Por eso, no debemos permitir que las malas semillas echen raíces en nuestro corazón. Jesús es el sembrador que siembra con su Palabra las semillas de amor y bondad. Preguntémonos:Muchas veces nos hemos acostumbrado a que nos digan lo que debemos hacer o que encontremos todo resuelto y servido; a tener que pensar, discernir u optar de manera asertiva para evitarnos mayores complicaciones. Hoy, la invitación que el Evangelio nos ofrece es que aprendamos a discernir para descubrir esa propuesta de vida que Dios que tiene para cada uno de nosotros. “Al que tiene se le dará y al que no tiene se le quitará hasta lo que cree tener”. ¿Sé cultivar un estilo de vida interior viviendo en relación con su Palabra?
Señor, permíteme sembrar alegría y esperanza en los corazones de las personas con quienes me relaciono diariamente. Que por medio de tu Palabra pueda ser para los demás un testimonio vivo de tu amor. Amén.
Permanezco y gusto la Palabra de Dios y la pongo en práctica.
“Pero bienaventurados los ojos de ustedes porque ven y los oídos de ustedes porque oyen”.
“Dios no nos obliga a creer en Él, sino que nos atrae hacia sí con la verdad y la bondad de su Hijo encarnado: de hecho, el amor respeta siempre la libertad” (Papa Francisco).


