“Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto”
Lucas 1,79
Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida
Hemos llegado a la meta anhelada del Adviento: Llegamos a las puertas de la Navidad! El cantico de Zacarías que la liturgia nos regala en esta noche es una lectura «profética» de la historia que nos desvela el sentido íntimo y profundo de las situaciones humanas guiadas por la mano amorosa de Dios, que se entrecruza misteriosamente con nuestras manos frágiles e inseguras.
La luz que viene de lo alto despunta ya como la aurora: Dios ha mirado con bondad nuestra pequeñez y quiere poner su morada entre nosotros. En la liturgia que celebramos en esta noche de gracia, el Espíritu Santo actualiza para nosotros la encarnación del Hijo de Dios, que anhela vivir y resplandecer en nuestra vida. Tú y yo somos hoy la madre de Jesús en quien el Espíritu encarna al Salvador.
Si lo creemos de todo corazón tu Navidad y la mía será un encuentro vivo con Jesús que nos sanará, liberará y colmará de alegría. El Señor viene a quedarse con nosotros como parte de nuestra familia y de la historia personal de cada uno; alegrémonos y acojámoslo con fe viva.
Reflexionemos:
Preguntémonos: ¿Tengo mi corazón preparado para recibir a Jesús? ¿Qué siento que espera Él de mí; y yo que espero de Él? ¡Gracias Jesús por hacer de nosotros tu morada! Hno./a. posemos nuestra mirada de fe sobre cada uno de los que están junto a nosotros… acojamos a Jesús presente en ellos y démosle nuestro abrazo de acogida y bienvenida! ¡Feliz Navidad!
Oremos:
Gracias Padre Dios por enviarnos a Tu hijo amado como hermano y Salvador. Gracias a Ti Jesús porque tu presencia entre nosotros ilumina nuestras oscuridades y alivia nuestros sufrimientos. Gracias porque te haces igual a nosotros por puro amor. Gracias Señor! Amén.
Recordemos:
Dios mira con amor nuestra pequeñez. No busquemos ni llegar a ser grandes, ni aparecer como tales como a menudo solemos hacer. Expresemos el amor que recibimos del Señor a las personas que encontramos en las pequeñas cosas de cada jornada.
Actuemos:
Hoy abro las puertas de mi corazón a Jesús acogiendo a cada persona que encuentre como un regalo de su amor.
Profundicemos:
María reconoce su pequeñez y se siente humilde sierva del Señor; por eso canta con gozo las maravillas que Dios realiza en los pequeños que ponen su confianza en Él.