
El cántico de Zacarías que escuchamos hoy en el evangelio, está lleno de citas y resonancias del Antiguo Testamento que nos recuerdan la esperanza mesiánica. En él, podemos reconocer dos partes: la primera (vv. 68-75), es un himno de alabanza y de acción de gracias a Dios, salvador de su pueblo. La segunda (vv. 76-79), es una visión profética del precursor, en la que se declara la misión a que está destinado. Zacarías comprende en aquellos momentos aquello que está sucediendo y por ello da gracias. Dios redime y libera a su pueblo como lo redimió y liberó antaño de la esclavitud de Egipto. Va a hacer realidad las promesas de Alianza hechas a Abrahán. Y Juan, será el profeta que prepare la entrada del Señor, quien liberará a su pueblo, para que le sirva en santidad y justicia.
¿Somos conscientes de que este hermoso himno, es un canto de esperanza, que anticipa la venida del Señor?
Gracias, Señor, por ser el sol que nace de lo alto y llenar de esperanza nuestra humanidad. Hoy en vísperas de la Navidad, te pido que me ayudes a reconocer en ti, el rostro vivo de Dios que camina a mi lado, me forma a través de su Palabra y me lanza a una vida distinta en la que reine siempre el amor, la justicia y la misericordia. Amén.
Zacarías una vez que recupera el habla y manifiesta su alegría, inspirado y movido por la fuerza del Espíritu Santo, entona este hermoso himno, donde se resalta la misericordia infinita de Dios y su fidelidad a la Alianza.


