El evangelista pone de manifiesto, por una parte, el llamado a la salvación que hace Jesús y el rechazo de Israel, y por otra, la participación de los pueblos paganos. El Reino es presentado a la manera judía, como un banquete mesiánico donde los elegidos se reunirán en torno a los patriarcas y los profetas. Sin embargo, con Jesús no valen los lazos de raza judía, Israel se busca la exclusión con su conducta, de ser primeros pasarán a ser los últimos, mientras verán cómo los gentiles ocupan el lugar de ellos en el banquete mesiánico: “vendrán de oriente y occidente, de norte y sur” (vv. 28-29). También nuestra vida se mueve en un tiempo como este, en las invitaciones cotidianas que Dios nos hace. Pero, así como Israel, tantas veces ocurre que nos perdemos en razonamientos, si bien son importantes pueden sin embargo, llevarnos a la esterilidad cuando nos impiden actuar o justifican nuestra desidia. La invitación es a ponerse en camino, en movimiento. Cuando Jesús llama, el mejor momento es este, el lugar para acoger el amor y compartirlo con los demás es este, la urgencia del Reino de Dios es ahora. La puerta estrecha de Jesús no es una puerta que excluye, que separa, es una puerta estrecha porque invita a entrar según su proyecto y en un momento dado, si no existiera esta urgencia correríamos el riesgo de posponer siempre el momento de implicarnos plenamente en el amor. Pidamos la gracia de discernir en Dios las decisiones de nuestra vida y de atender con prontitud a las invitaciones que nos hace cotidianamente.
¿Qué "razonamientos" o excusas personales me impiden actuar con prontitud ante el llamado de Dios? ¿De qué manera estoy acogiendo el amor de Dios y compartiéndolo activamente con los demás en mí día a día? ¿Hay áreas donde mi amor podría ser más generoso y visible?
Jesús Maestro Divino, gracias por tu llamado constante a la salvación y por abrir las puertas de tu Reino a todos los pueblos. Ayúdanos a discernir tus invitaciones cotidianas y a responder con prontitud y sin excusas. Concédenos la gracia de ponernos en camino, de acoger tu amor aquí y ahora, y de compartirlo generosamente con los demás. Amén.
Hoy nos proponemos escuchar atentamente a alguien, ofrecerle una palabra de ánimo o hacer una llamada pendiente.
El banquete del Reino de Dios está abierto a todos.
Vivir este Evangelio es un camino constante de conversión, donde cada día es una nueva oportunidad para decir "sí" al llamado de Jesús con el corazón abierto y en acción.