“Y les daba miedo preguntarle sobre el asunto”
(Lc 9, 45)
Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida
El evangelio de este día nos lleva a percibir el temor y la incomprensión que suscita entre los discípulos el trágico fin de Jesús: “Métanse bien esto en la cabeza: al Hijo del hombre lo van a entregar en manos de los hombres”. Para los discípulos, resultaba incomprensible que su maestro, quien tenía el poder de sanar a los enfermos, enseñar con autoridad, hacer el bien, pudiera terminar mal. Por eso, no se atrevían a preguntarle de frente por el significado de sus palabras, sino que prefirieron permanecer en silencio. También nosotros, muchas veces, actuamos como los discípulos, y ante las realidades que nos confrontan, desinstalan o superan, preferimos ignorarlas y guardar silencio. Pidamos al Señor en este día, el valor de enfrentar las dificultades que la vida a diario nos presenta y acoger las responsabilidades o las implicaciones que conllevan.
Reflexionemos: ¿Cómo enfrentamos las dificultades?, ¿qué nos enseña la actitud de los discípulos?
Oremos: Ayúdanos, Señor, a enfrentar con fe, esperanza y determinación, los retos y los desafíos que la vida a diario nos presenta. Amén.
Recordemos: Jesús nos invita acoger con fe los temores que la muerte y el sufrimiento despiertan en nosotros.
Actuemos: Aprovechemos esta jornada para revisar nuestra vida y preguntarnos cómo enfrentamos las dificultades y los sufrimientos, si los acogemos o los rechazamos.
Profundicemos: Las dificultades y los sufrimientos son valiosas oportunidades para madurar y sacar lo mejor de nosotros mismos (Libro: Más allá del límite).