“Al que mucho se le dio, mucho se le reclama”
Lc 12, 39-48)
Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida
En el Evangelio de hoy vemos como Jesús utiliza expresiones propias de la vida cotidiana. Lucas nos presenta dos de sus parábolas. La primera, es sobre el dueño de la casa y el ladrón, y la segunda, habla del propietario y del administrador. Respecto de la primera parábola, sorprende que la venida del Hijo del hombre, Cristo, sea comparada a la llegada de un ladrón en la noche. La intención de la parábola, no es fomentar temor y angustia, sino acentuar lo inesperado de la venida de Cristo, cuyo día y hora nadie conoce más que el Padre. Lo cual requiere una actitud apropiada: la vigilancia.
Luego nos dice: ¿Quién es el administrador fiel y prudente, a quien el Señor pondrá al frente de su servidumbre, para repartirle a su debido tiempo la ración de comida?
Tanto la palabra “siervo” como “administrador”, son términos que en la Iglesia primitiva designan a aquellos que han de poner especial empeño y cuidado de los hermanos en la fe. Jesús señala en esta parábola, que “lo que se busca en los administradores es que sean fieles”. Un sirviente fiel y sensato es aquel a quien el amo puede darle la responsabilidad de dirigir a los demás sirvientes y alimentarlos. Si el amo regresa y encuentra que el sirviente ha hecho un buen trabajo, habrá una recompensa.
Nuestra fe es la esperanza de una espera dinámica, viva, solidaria, iluminada desde el amor y la misericordia de Dios.
Reflexionemos: ¿Cuál es la calidad de nuestra espera y de nuestra esperanza? ¿Soy un buen administrador(a) de la misión que el Señor me ha confiado?
Oremos: Señor, ilumíname para que siga tu ejemplo y viva mi fe desde el servicio. Ayúdame a ser un siervo fiel y prudente. A esforzarme por ser un buen discípulo de tu amor. Que con tu divina gracia pueda ser fiel a tus preceptos. Amén.
Actuemos: Nuestra fe es la esperanza, es decir una espera dinámica, viva, solidaria desde el amor y la misericordia de Dios. ¿A qué me compromete esta invitación?
Recordemos: “Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá”.
Profundicemos: ¿Evangelizamos con la certeza de que es Dios quien lleva adelante la misión?
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