“El que me envió está conmigo, y no me deja solo, porque yo hago siempre lo que a Él le agrada” (Jn 8, 29)
A través de un enigmático discurso a los judíos, Jesús en el evangelio de este día, da a conocer la estrecha relación que tiene con el Padre. Sin embargo, el lenguaje que emplea para expresarse, despierta entre ellos gran confusión y comentarios sobre su partida: “Yo me voy, y me buscarán, pero morirán en su pecado. A donde yo voy, no pueden ir ustedes”. Jesús más que causar confusión con sus palabras, quiere reafirmar su pertenencia a una realidad diferente a la nuestra, que solo es capaz de reconocer quien cree que Dios es su Padre: “Cuando hayan levantado al Hijo del hombre, entenderán quién soy yo y que no hago nada por mi propia cuenta, sino que digo lo que me enseñó mi Padre”. Así mismo, mostrar que todo su obrar y su compromiso hacia la humanidad tienen su origen en Dios: “El que me envió está conmigo, y no me deja solo, porque yo hago siempre lo que a Él le agrada”. Pidamos al Señor en este día la gracia de reconocernos hijos de Dios y llamados a unir nuestra vida a él, haciendo aquello que le agrada.
Actitud: Unión con Dios.
Reflexionemos:
¿Nos reconocemos hijos de Dios?, ¿cómo podemos unir nuestra vida más al Padre a ejemplo de Jesús?
Oremos:
Ayúdanos, Señor, a unir nuestra vida más a Dios y reconocerlo como un padre amoroso que nos cuida y alimenta a diario con su palabra. Danos, la capacidad de honrarlo con una vida fiel y comprometida con sus enseñanzas. Amén.
Recordemos:
Dios nos llama a todos a ser sus hijos y a reconocer en Jesús, su rostro misericordioso.
Actuemos:
Dirijamos a Dios una oración en este día expresándole aquello que nos lleva a reconocerlo como nuestro Padre.
Profundicemos:
El padre nuestro es una de las oraciones más preciosas que nos lleva a experimentar a Dios como padre. Profundizar en su significado nos permitirá unir nuestra vida más a él, al estilo de Jesús (Libro: Padre Nuestro. Itinerario espiritual).