23 de julio

 

“Ustedes oigan lo que significa la parábola del sembrador” (Mt 13, 18)

 

En el evangelio de este día, los discípulos piden a Jesús que les explique en privado el sentido de la parábola del sembrador, que había enseñado antes a la multitud que lo escuchaba. Les muestra el sentido simbólico que envuelve cada terreno y el papel central que la escucha de la Palabra cumple en él. Así cuando la escucha de ella, es  vacía y superficial, no echa buenas raíces sino que decae con la primera dificultad que vive: “Lo sembrado en terreno pedregoso significa el que la escucha y la acepta en seguida con alegría; pero no tiene raíces, es inconstante, y, en cuanto viene una dificultad o persecución por la Palabra, sucumbe”. En cambio, cuando la Palabra es acogida y escuchada con fe, tiene la capacidad de fructificar todo lo que somos y tenemos: Lo sembrado en tierra buena significa el que escucha la Palabra y la entiende; ese dará fruto y producirá ciento o sesenta o treinta por uno”. Pidamos al Señor en este día la gracia de aprender a escuchar con fe cada día su Palabra, y ser tierra buena que fecunde la vida de los demás.

 

Reflexionemos:

¿Escuchamos atentamente la Palabra de Dios?, ¿qué nos impide llevarla más a nuestra vida?

 

Oremos:

Abre, cada día, Señor, nuestra mente y nuestro corazón a la escucha atenta de tu Palabra. Que inspirados por tu Santo Espíritu, sepamos descubrir los llamados que nos  comunicas a través de ella. Amén.

 

Recordemos:

La escucha atenta de la Palabra nos lleva a ser tierra fértil para los demás.

 

Actuemos:

Revisemos a lo largo  de esta jornada la manera como escuchamos y acogemos la Palabra de Dios en nuestra vida.

 

Profundicemos:

La familia es el mejor lugar para aprender a escuchar la Palabra de Dios y llevar sus enseñanzas a la vida de cada día  (Libro: Con la Biblia y un café).

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