“Al enterarse su familia, vinieron a llevárselo, porque decían que no estaba en sus cabales” (Mc 3, 21)
El evangelio de este día, nos presenta la gran controversia que la misión de Jesús despertaba entre sus familiares. En el mundo judío los primogénitos como Jesús estaban llamados a velar por sus familias, formar un hogar y encargarse de sus hijos. El anuncio del Reino lleva a Jesús por otros caminos que lo hacen abrazar una vida itinerante, célibe, sin seguridades materiales, dedicada a ayudar a los marginados de su tiempo. Una vida que no despertaba muchas esperanzas entre los suyos por lo que era lógico que estos llegaran a pensar “que no estaba en sus cabales”. Sin embargo, con el anuncio del Reino y la elección de los Doce, Jesús da inicio a una nueva familia, unida ya no por lazos de sangre sino por los del seguimiento. Una familia que trasciende las fronteras sociales para mostrar que lo realmente importante es la confianza en el amor providente en el Padre y el amor a los más pequeños. Pidamos al Señor, en este día por aquellas familias que viven incomprensiones o dificultades por el seguimiento de Jesús.
Reflexionemos:
¿Cómo vivimos nuestra experiencia de fe en familia?, ¿qué dificultades experimentamos?
Oremos:
Danos, Señor, la capacidad de acoger en nuestra familia tus enseñanzas. A hacer de tu Palabra un punto de encuentro que fortalezcan los lazos que nos unen y nos impulsen a ser testimonio de amor, entrega, servicio y donación para los demás. Amén.
Recordemos:
Nuestras familias son el primer lugar donde estamos llamados a vivir y colocar en práctica las enseñanzas del evangelio.
Actuemos:
Compartamos en familia en esta jornada un espacio de oración y encuentro con la Palabra de Dios.
Profundicemos:
La oración en familia nos ayuda a fortalecer nuestra experiencia de fe y nuestras relaciones familiares. Hacerla a través del encuentro con la Palabra nos ayudará a propiciar en nuestros hogares espacios de diálogo y comunión (Libro: Con la Biblia y un café. La experiencia de la oración en familia).