22 de abril

 

Todo el que escucha al Padre y recibe su enseñanza, viene a mí (Jn 6, 45)

 

En este segundo jueves de Pascua, Jesús sale nuevamente a nuestro encuentro para recordarnos que él, es “el pan que da la vida”. Un pan que ha bajado del cielo para mostrarnos la cercanía de Dios hacia cada uno de sus hijos y comunicarnos sus enseñanzas. A través de la figura del pan, Jesús nos revela su kénosis, es decir, la manera como al hacerse uno de nosotros, se abaja de tal modo, que podamos mirarnos en él y experimentar su salvación: “El pan que voy a dar es mi carne, para la vida del mundo”. Jesús escoge un signo tan cotidiano y necesario como el pan, para mostrarnos que sin él, nuestra vida languidece, pierde fuerza, vitalidad y sentido: El pan que baja del cielo es el que no deja morir al que lo come”. Pidamos al Señor que nos ayude a alimentarnos cada vez más con su vida, a través de la escucha atenta de su Palabra. Así mismo, la capacidad de aprender a reconocer en ella, nuestra mayor fuente de salvación.

 

Reflexionemos:

¿Qué lugar ocupa la Palabra de Dios en nuestra vida?, ¿cómo podemos alimentarnos más de ella?

 

Oremos:

Ayúdanos, Señor, a reconocer que tú eres el pan verdadero que alimenta y da sentido a nuestra existencia. Ayúdanos, a abrir nuestro corazón a tu Palabra y a reconocer en ella los signos de salvación que a diario nos ofreces. Amén.

 

Recordemos:

Jesús nos nutre y alimenta con su Palabra.

 

Actuemos:

Reservemos un espacio de nuestra jornada para orar con la Palabra de Dios y alimentarnos con las enseñanzas que Dios nos comunica a través de ella.

 

Profundicemos:

La Palabra de Dios sale a nuestro encuentro cada día para iluminar y fortalecer las diferentes realidades que vivimos (Libro: Pedir la salud con la Palabra de Dios).

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