En la primera parte del evangelio de hoy, san Mateo hace una descripción del misterio de la filiación de Jesús con el Padre. Dicha filiación puede verse representada en la relación de Dios con las personas y de las personas con Dios; por eso, hay una acción de gracias al Padre por la revelación recibida. El contenido de dicha revelación es una invitación y una llamada. Notemos que, en este caso, la autosuficiencia de las personas será el obstáculo mayor para que el misterio de Dios se abra a ellas. Hoy las palabras de Jesús en su evangelio tocan la vida de muchas personas desde diversas perspectivas. Nos detenemos en esta su promesa: “vengan a mi todos los que están cansados y agobiados y yo, los aliviaré. Carguen con mi yugo que soy manso y humilde de corazón, y encontrarán su descanso, porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera”. La imagen de yugo pertenece a la relación esclavo-señor, después parece haber sido aplicado al discípulo-maestro, pero Jesús libera de la esclavitud, su yugo no tiene nada que ver con la opresión y nos da la garantía de que seremos escuchados por su Padre. Palabras esperanzadoras para esta época de tanta incertidumbre, adicciones y esclavitudes, cansancios y agobios, males causados también por la indiferencia frente al sufrimiento del otro. Por eso, es urgente que volvamos a Dios, volver a Él con esperanza y fe. Hoy en la memoria litúrgica de Santa Laura Montoya confiamos a ella la certeza de que Dios Padre revela a todos su amor y misericordia.
En el libro de La Esperanza camino de perdón y sanación de la Hna. Bernarda Cadavid dice: “La esperanza cristiana es una esperanza solidaria porque es para los demás y por ello, siempre es esperanza activa que nos lleva a luchar para que el mundo llegue a ser un poco más luminoso y más humano”. Es la esperanza la que nos abre los ojos y el corazón a las necesidades de quienes pasan a nuestro lado. No podemos aliviar todos los males, pero si podemos mitigar el dolor de alguien con una buena actitud, un gesto de comprensión y benevolencia, renunciando a algo que nos es útil para tender la mano a quien está más necesitado. Dios siempre fecunda nuestros pequeños gestos de bondad. El papa Benedicto XVI en su encíclica Spe Salvi, por la esperanza fuimos salvados. Dice que una sociedad que se muestra indiferente a los que sufren puede volverse inhumana y cruel, por eso, es indispensable que aprendamos a acercarnos con ternura y comprensión a quienes sufren más que nosotros: “La cercanía y la solidaridad alivian siempre la intensidad del dolor”.
Dios misericordioso, que prodigaste tu amor y tus dones a santa Laura Montoya, haciéndola fiel discípula de tu Hijo, y misionera de los más pobres; concédenos, por su intercesión, que, movidos por la fuerza de tu Espíritu, anunciemos a todos el Evangelio, alcancemos el don de la paz y si es tu voluntad, encontremos ayuda en nuestra necesidad. Amén.
Solo la oración confiada a Dios, hará que nuestras pequeñas y grandes cruces encuentren descanso en Él. Saca unos minutos de tu tiempo para orar.
“Como busca la sierva corriente de agua, así mi alma te busca a ti, Dios mío”.