
Mientras Jesús enseña, su familia llega buscando hablar con Él. En lugar de detener su enseñanza, Jesús aprovecha el momento para dar una lección profunda: la verdadera familia no está definida solo por la sangre, sino por el compromiso con Dios. Para Jesús, quien escucha y cumple la voluntad del Padre entra en una relación íntima con Él, más fuerte que los lazos biológicos. Con esto no desprecia a su madre —que, de hecho, fue la primera en hacer la voluntad del Padre—, sino que amplía el concepto de familia, abriendo el Reino a todos los que se dejan guiar por Dios. Procura vivir como verdadera familia de Dios: Tratar con amor, respeto y solidaridad a quienes comparten nuestra fe. Buscar la voluntad del Padre en todo: Orar y discernir antes de tomar decisiones importantes. Ampliar el concepto de familia: Ser acogedores con los demás, especialmente con quienes se sienten solos o excluidos. Imitar a María: Ella es el mejor ejemplo de quien cumple la voluntad del Padre con fidelidad y amor.
¿Estoy dispuesto a vivir como verdadero discípulo de Jesús cumpliendo la voluntad de Dios? ¿Qué áreas de mi vida necesitan alinearse más con lo que el Padre quiere? ¿Reconozco mi comunidad de fe como una verdadera familia espiritual?
Jesús Maestro, tú que me enseñas a ser hermano tuyo e hijo de Dios hazme ver que cumpliendo con alegría la voluntad del Padre participo en la construcción del Reino. Dame un corazón dócil y generoso, para amar como tú amas y para reconocer en mis hermanos y hermanas, el rostro de tu presencia. Amén.


