“¿Quién soy yo para que la madre de mi Señor venga a mí?” (Lc 1, 43)
Después del anuncio del ángel que contemplábamos en el día de ayer, el evangelio de hoy nos cuenta que María se pone en camino para visitar a su prima Isabel en la región montañosa de Judá. Visita que muestra el encuentro de dos tradiciones personificadas en Isabel y María, y la acogida que ambas tradiciones ofrecen al don gratuito de Dios manifestado en Jesús. Isabel representa a la tradición antigua que acoge con gratitud y alegría el don presente en María: “¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! María, simboliza la nueva tradición que abre paso a la presencia de Dios a través de la encarnación de su hijo y la escucha atenta de su Palabra: “Feliz la que ha creído, porque se cumplirá lo que se le ha anunciado de parte del Señor”. Pidamos al Señor, en este día, a la luz de las dos tradiciones que Isabel y María representan, la capacidad de aprender acoger cada vez más a Dios en nuestra vida, escuchar con mayor atención su Palabra y confiar más en él.
Reflexionemos:
¿Cómo acogemos en nuestra vida la presencia de Dios?, ¿cómo podemos aprovechar este tiempo de Adviento para crecer en nuestra escucha de la Palabra y en nuestra confianza en Dios?
Oremos:
Danos, Señor, la capacidad de aprender acogerte en nuestra vida con la misma alegría y apertura de Isabel y María. Que como ellas, podamos reconocer en tu nacimiento, el cumplimiento de las promesas de Dios hacia su pueblo. Amén.
Recordemos:
El tiempo de Adviento nos invita acoger con gratitud y alegría a Jesús en nuestra vida.
Actuemos:
Reservemos un espacio de la jornada para encontrarnos a solas con Jesús y expresarle nuestro deseo de acogerlo cada vez más en nuestra vida.
Profundicemos:
María nos enseña acoger a Dios con gratuidad y alegría en nuestro corazón. Conocer un poco más sobre su vida, nos ayudará a descubrir la manera de fortalecer nuestra relación con Dios (Libro: Las glorias de María).