“¿Qué quieres que haga por ti?”. “Señor, que recobre la vista”.
(Lc 18, 35-43)
Jesús en el Evangelio de hoy pregunta “¿Qué quieres que haga por ti?” El ciego que nos presenta el Evangelio confronta fuertemente nuestra vida, porque él a pesar de su condición hace todo lo posible para tener un encuentro con Jesús. Su realidad de ceguera no fue impedimento para reconocer al Señor que iba pasando, lo reconoce y grita fuertemente “Hijo de David, ten compasión de mí”, y es escuchado por Jesús. En nuestra vida cuántas veces Jesús nos hace la misma pregunta “¿Qué quieres que haga por ti?”, y en medio de nuestras realidades reconocemos a Jesús como el Hijo de David, aquel que es capaz de recobrarnos la vista.
Reflexionemos: Jesús hoy pregunta ¿Qué quieres que haga por ti?… ¿Reconozco la presencia de Dios en medio de las realidades difíciles? ¿Me abro a la experiencia de Dios y dejo que toque mi vida?
Oremos: Señor, concédenos la capacidad de reconocerte en nuestra vida, en medio de las realidades que nos acompañan, tener la valentía y la fe de gritar “Hijo de David, ten compasión de mí”, la confianza suficiente de creer que tú nos recobrarás la vista.
Actuemos: Cultivemos en nuestra vida la capacidad de salir de nosotros mismos para ir al encuentro del otro.
Recordemos: “¿Qué quieres que haga por ti?… Señor, que recobre la vista”.
Profundicemos: “Tratemos a los demás con la misma pasión y compasión con la que queremos ser tratados”. (Papa Francisco).
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