20 de julio

Caminando con Jesús

Caminar con Jesús permitió a los discípulos experimentar, de primera mano, la compasión y la gracia de Dios en acción. Caminar con Jesús hoy, no debería ser diferente. Su compasión y su gracia siguen disponibles para quien quiera experimentarlas.

Marta lo recibió. “María ha escogido la parte mejor”
(Lc 10, 38-42)

Hoy, día de la independencia de Colombia, hacemos una oración especial por nuestra nación. Esta fecha patria que ha marcado la historia de Colombia nos lleva también a contemplar cómo seguimos lamentablemente envueltos en nuevas formas de esclavitud y explotación. Pidámosle al Señor nos ayude a encontrar verdaderos caminos de paz que nos permitan caminar juntos en la búsqueda de este don tan anhelado. Pasando al Evangelio, san Lucas hoy nos dice que entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa. Ella tenía una hermana llamada María, que, sentada junto a los pies del Señor, escuchaba su palabra. Y continúa el relato explicándonos las actitudes de cada uno de los personajes que nos presenta el texto. Marta se preocupó por atender a Jesús de la mejor manera posible ocupándose del servicio, pero llegó un momento en que entró en angustia y se preocupó tanto por ello que perdió algo importante: su paz interior. No estaba disfrutando lo que hacía, acude a Jesús y le dice: “Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola para servir?”. Con una queja, pide al Señor que intervenga. Y Jesús le responde “Marta, Marta, andas inquieta y preocupada con muchas cosas; solo una es necesaria. María, pues, ha escogido la parte mejor, y no le será quitada”. Es importante servir, pero para llegar a esa entrega es necesario, primero, que llenemos nuestro corazón de Dios porque solo entrando en esa relación de intimidad con Él podremos encontrar el sentido de aquello que ofrecemos. Si estamos en la presencia del Señor –como lo hizo María–, nuestra vida se tornará más fecunda para donarnos plenamente a los demás.

Reflexionemos:

Cuando el criterio para servir a los demás es el amor que brota de esa intimidad con el Señor, la vida es más llevadera; por tanto, es preciso cultivar una experiencia personal de oración acogiendo su Palabra y llevándola a la vida. De manera personal, preguntémonos: ¿Qué me dice este Evangelio para mi vida? ¿Cómo estoy recibiendo a Jesús en mi corazón cada día?

Oremos:

Señor Jesús, Divino Maestro, vengo a tus pies para pedirte humildemente que abras mi corazón que te ame cada vez más y escuche tu Palabra con total disposición, sirviendo desinteresadamente a mis hermanos. Amén.

Actuemos:

Oro y sirvo con disposición y alegría.

Recordemos:

“Marta, Marta, andas inquieta y preocupada con muchas cosas; solo una es necesaria. María, pues, ha escogido la parte mejor, y no le será quitada”.

Profundicemos:

“Mantener la fuerza en el Señor, es hacer la unidad en todo su ser a través del silencio interior; es recoger todas sus fuerzas para ocuparlas únicamente en el ejercicio de amar; es tener esa mirada simple que permite que la luz se derrame” (Santa Isabel de la Trinidad, ocd).

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