20 de agosto

Caminando con Jesús

Caminar con Jesús permitió a los discípulos experimentar, de primera mano, la compasión y la gracia de Dios en acción. Caminar con Jesús hoy, no debería ser diferente. Su compasión y su gracia siguen disponibles para quien quiera experimentarlas.

“¿Vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?”
(Mt 20, 1-16)

El Reino de los Cielos se parece a un propietario que sale personalmente a contratar trabajadores para su viña. No envía a un administrador ni delega la tarea, sino que él mismo busca a quienes necesitan trabajo. Al finalizar la jornada, el dueño de la viña sorprende con su generosidad, dando a cada trabajador lo acordado, sin importar el tiempo que haya trabajado. Aquí es donde Jesús nos invita a cambiar nuestra perspectiva. En nuestra lógica humana, parecería injusto que algunos reciban lo mismo que otros que han trabajado más tiempo. Pero en la lógica del Reino, Dios no actúa según méritos o cálculos humanos, sino según su infinita bondad y generosidad. Él da a cada uno lo que necesita, no lo que creemos merecer. Esta parábola nos llama a confiar en la generosidad de Dios y a imitarla en nuestra vida diaria. Nos desafía a dejar de lado la envidia y el sentido de competencia, para abrirnos a la alegría de compartir y celebrar la bondad del Padre. ¿Cuántas veces nos cuesta aceptar que Dios es bueno con todos, incluso con aquellos que consideramos menos merecedores? Hoy, el Señor nos invita a ser generosos como Él. A no medir nuestra entrega con criterios humanos, sino con el amor desbordante que Él nos muestra. Que nuestra vida refleje la bondad del dueño de la viña, y que podamos alegrarnos por cada hermano que recibe la gracia de Dios, sin importar la hora en que haya llegado.

Reflexionemos:

Dejemos que resuene en nuestra mente y en el corazón la respuesta del propietario de la viña a los trabajadores de la primera hora “…Amigo, no te hago ninguna injusticia; ¿no nos ajustamos en un denario?

Oremos:

Señor, dueño de la viña, enséñanos a mirar con tus ojos y a confiar en tu amor generoso. Que no nos aferremos a nuestra lógica humana, sino a la abundancia de tu gracia. Que tu Espíritu Santo transforme nuestro corazón para ser testigos fieles de tu bondad y reflejar en nuestra vida el amor incondicional con el que llamas a cada uno de tus hijos. Amén.

Actuemos:

Hoy en un acto concreto, acepto la invitación de Jesús que nos dice: “vayan también ustedes a trabajar en mi viña…”

Recordemos:

Este mensaje nos anima a valorar a cada persona por su carácter y su disposición a contribuir al bienestar común, en lugar de juzgar por apariencias o logros externos.

Profundicemos:

La parábola que hoy relata el evangelio desafía nuestra lógica humana y nos invita a mirar con los ojos de Dios. Jesús, con su enseñanza, sorprende y provoca a sus discípulos, y hoy nos interpela a nosotros, que con la ayuda del Espíritu Santo buscamos ser testigos de su Palabra.

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