02 de noviembre

Liturgia diaria

En nuestro caminar diario, encontramos en la Palabra de Dios una fuente inagotable de sabiduría, consuelo y guía. La Liturgia del Día nos conecta con la Iglesia universal, permitiéndonos reflexionar y meditar sobre las Escrituras junto a millones de fieles en todo el mundo. Cada lectura es una oportunidad para escuchar la voz de Dios, que nos llama a vivir en su amor y seguir sus enseñanzas.

Escucha La Palabra de Dios para cada día

Primera Lectura

Lectura del libro de las Lamentaciones 3, 17-26

Me han arrancado la paz, y ni me acuerdo de la dicha; me digo: “Se me acabaron las fuerzas y mi esperanza en el Señor”. Fíjate en mi aflicción y en mi amargura, en la hiel que me envenena; no hago más que pensar en ello, y estoy abatido. Pero hay algo que traigo a la memoria y me da esperanza: que la misericordia del Señor no termina y no se acaba su compasión; antes bien, se renuevan cada mañana: ¡qué grande es tu fidelidad! El Señor es mi lote, me digo, y espero en Él. El Señor es bueno para los que en Él esperan y lo buscan; es bueno esperar en silencio la salvación del Señor.

L: Palabra de Dios

T: Te alabamos, Señor

Salmo Responsorial 129, 1-8

R. Desde lo hondo a ti grito, Señor.

Desde lo hondo a ti grito, Señor, Señor, escucha mi voz; estén tus oídos atentos a la voz de mi súplica / R.
Si llevas cuenta de los delitos, Señor, ¿quién podrá resistir? Pero de ti procede el perdón, y así infundes respeto / R.
Mi alma espera en el Señor, espera en su palabra; mi alma aguarda al Señor, más que el centinela la aurora / R.
Aguarde Israel al Señor, como el centinela la aurora; porque del Señor viene la misericordia, la redención copiosa / R.
Y Él redimirá a Israel de todos sus delitos / R.

Segunda Lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 6, 3-9

Hermanos: Los que por el bautismo nos incorporamos a Cristo fuimos incorporados a su muerte. Por el bautismo fuimos sepultados con Él en la muerte, para que, así como Cristo fue resucitado de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en una vida nueva. Porque, si nuestra existencia está unida a Él en una muerte como la suya, lo estará también en una resurrección como la suya. Comprendamos que nuestra vieja condición ha sido crucificada con Cristo, quedando destruida nuestra personalidad de pecadores, y nosotros libres de la esclavitud al pecado; porque el que muere ha quedado absuelto del pecado. Por tanto, si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con Él; pues sabemos que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más; la muerte ya no tiene dominio sobre él.

L: Palabra de Dios

T: Te alabamos, Señor

Aclamación antes del Evangelio (Jn 14, 6bc)

Yo soy el Camino, y la Verdad y la Vida –dice el Señor–; nadie va al Padre sino por mí.

Lectura del santo Evangelio según san Juan 14, 1-6

“En la casa de mi Padre hay muchas estancias”

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “Que no tiemble su corazón; crean en Dios y crean también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas estancias; si no fuera así; ¿les habría dicho que voy a prepararles sitio? Cuando vaya y les prepare sitio, volveré y los llevaré conmigo, para que donde estoy yo, estén también ustedes. Y a donde yo voy, ya saben el camino”. Tomás le dice: “Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?”. Jesús le responde: “Yo soy el Camino, y la Verdad, y la Vida. Nadie va al Padre, sino por mí”.

S: Palabra de Dios

T: Gloria a ti, Señor Jesús

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