Así como en aquel tiempo Jesús habló a sus discípulos, hoy nos invita a no dejar que el miedo gobierne nuestro corazón. Él nos recuerda que no estamos solos: nos espera un lugar junto al Padre y nos ha mostrado cómo llegar allí, lo hizo con su ejemplo de vida en la misericordia, en el amor, en la bondad, a ninguno sacó del proyecto de salvación. Cuando Tomás expresa su duda diciéndole “no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?” Jesús revela el centro de nuestra fe: Él mismo es el Camino que debemos seguir, la Verdad que ilumina nuestras decisiones y la Vida que nos llena de esperanza. Confiar en Jesús significa caminar con seguridad, aun en medio de la incertidumbre, porque sabemos que su amor nos conduce al Padre. Y lo podemos confirmar cuando no entendemos por qué nos lleva a vivir algunas situaciones, pero que al cabo de un tiempo vemos con claridad que todo era para nuestro bien. Confía, nos dice Jesús, recibamos su invitación con el corazón abierto, como el niño que se goza en el pecho de su madre. Jesús es el Camino, la Verdad y la Vida: quien confía en Él nunca camina solo.
¿En qué situaciones necesito recordar que Jesús es mi Camino y mi paz?, ¿Cómo puedo vivir cada día de manera que otros descubran en mí el rostro de Jesús?
Jesús Maestro, calma mis miedos y fortalece mi fe en ti. Hazme caminar siempre por tu camino de amor y verdad. Guíame hacia la vida que solo tú puedes dar. Señor, ayúdame a seguir tus pasos con fidelidad y confianza. Haz que mi vida sea un reflejo de tu amor para quienes buscan esperanza. Amén.
