“Permanezcan en mí, como yo permanezco en ustedes” (Jn 15, 3)
En el evangelio de este Quinto Domingo de Pascua Jesús sale nuevamente a nuestro encuentro para recordarnos la importancia de permanecer unidos a él. Para ayudarnos a comprender la mejor manera de hacerlo, emplea la figura de la vid, la cual es una planta formada por varias ramas o sarmientos, con tallo corto y muy leñoso que producen las uvas. En su tronco, guarda las sustancias de reserva, el agua y la savia que da vida a la planta. Los brazos o las ramas, son los encargados de distribuir los nutrientes a los frutos. Como los sarmientos permanecen unidos a la vid y pueden dar vida a las uvas, así mismo, Jesús nos invita permanecer unidos a él, para alimentarnos de la savia de su Palabra y distribuirla a todos aquellos que pone a diario a nuestro lado: “El que permanece en mí, y yo en él, da fruto abundante, porque separados de mí, nada pueden hacer”. Pidamos al Señor que en esta quinta semana de Pascua que iniciamos podamos unir nuestra vida más a él y dar el fruto necesario para conducir a otros a su encuentro.
Reflexionemos:
¿Qué enseñanza nos deja la figura de la vid?, ¿qué frutos nos invita a dar el Señor en este tiempo de Pascua?
Oremos:
Permanecer en ti, Señor, es dar espacio para que podes aquellas actitudes que no dan fruto en nosotros. Es reconocer que tú eres la savia que alimenta nuestra vida y la fecunda para los demás. Amén.
Recordemos:
Permanecer unidos a Dios nos permite dar frutos.
Actuemos:
Unamos este día nuestra vida más a Dios a través de la oración y de un gesto solidario hacia alguien que pase necesidad.
Profundicemos:
Permanecer unidos a Dios nos exige ante todo ser personas orantes, capaces de leer su vida y las realidades que viven desde las enseñanzas del Evangelio (Libro: Desde el manantial).