2 de mayo

 

Permanezcan en mí, como yo permanezco en ustedes (Jn 15, 3)

 

En el evangelio de este Quinto Domingo de Pascua Jesús sale nuevamente a nuestro encuentro para recordarnos la importancia de permanecer unidos a él. Para ayudarnos a comprender la mejor manera de hacerlo, emplea la figura de la vid, la cual es una planta formada por varias ramas o sarmientos, con tallo corto y muy leñoso que producen las uvas. En su tronco, guarda las sustancias de reserva, el agua y la savia que da vida a la planta. Los brazos o las ramas, son los encargados de distribuir los nutrientes a los frutos. Como los sarmientos permanecen unidos a la vid y pueden dar vida a las uvas, así mismo, Jesús nos invita permanecer unidos a él, para alimentarnos de la savia de su Palabra y distribuirla a todos aquellos que pone a diario a nuestro lado:El que permanece en mí, y yo en él, da fruto abundante, porque separados de mí, nada pueden hacer”. Pidamos al Señor que en esta quinta semana de Pascua que iniciamos podamos unir nuestra vida más a él y dar el fruto necesario para conducir a otros a su encuentro.

 

Reflexionemos:

¿Qué enseñanza nos deja la figura de la vid?, ¿qué frutos nos invita a dar el Señor en este tiempo de Pascua?

 

Oremos:

Permanecer en ti, Señor, es dar espacio para que podes aquellas actitudes que no dan fruto en nosotros. Es reconocer que tú eres la savia que alimenta nuestra vida y la fecunda para los demás. Amén.

 

Recordemos:

Permanecer unidos a Dios nos permite dar frutos.

 

Actuemos:

Unamos este día nuestra vida más a Dios a través de la oración y de un gesto solidario hacia alguien que pase necesidad.

 

Profundicemos:

Permanecer unidos a Dios nos exige ante todo ser personas orantes, capaces de leer su vida y las realidades que viven desde las enseñanzas del Evangelio (Libro: Desde el manantial).

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