“Dicen pero no hacen” (Mt 23, 3)
Muchas veces solemos exigir a los demás actitudes o comportamientos que ni nosotros mismos somos capaces de cumplir. Creemos que con solo recordar a los otros aquello que deben hacer basta, pero olvidamos que somos nosotros mismos los primeros que debemos educar con el ejemplo. Situación similar vivían los fariseos, a quienes Jesús en el evangelio de hoy critica fuertemente por su hipocresía y por su deseo de reconocimiento: “les encanta el lugar de honor en los banquetes y el sitio de preferencia en las sinagogas, y que les hagan reverencia en la calle y los llamen maestros”. En lugar de cultivar aires de superioridad hacia los demás, en contraposición a la actitud de los fariseos, Jesús exhorta a sus seguidores más cercanos y a nosotros hoy, a reconocernos hermanos, hijos de un mismo Padre y discípulos de un mismo maestro. Así mismo, a tener en el servicio y en la humildad, la fuente de nuestro reconocimiento. Pidamos al Señor, que nos ayude a vivir en este tiempo de cuaresma con mayor dedicación y entrega la actitud del servicio.
Actitud: Servicio.
Reflexionemos:
¿Buscamos ser reconocidos por los demás?, ¿cómo podemos ser más atentos y serviciales en este tiempo de cuaresma?
Oremos:
Ayúdanos, Señor, a tener en el servicio, el amor y la solidaridad, la mayor fuente de nuestra alegría y reconocimiento. A no imponer a los demás exigencias o cargas inútiles que ni nosotros mismos somos capaces de cumplir. Amén.
Recordemos:
Jesús nos llama a través de su Palabra a una vida coherente y testimonial.
Actuemos:
Pidamos perdón al Señor, en esta jornada por las exigencias que ponemos a diario sobre nosotros mismos y los demás.
Profundicemos:
El servicio nos lleva a hacer de nuestra vida un don gratuito para los demás. A encontrar la mayor fuente nuestra realización personal, en conducir a otros al encuentro con Dios (Libro: Carlo Acutis. El cibernauta de Dios).