2 de Julio

Escucha La Palabra de Dios para cada día

Primera Lectura

Lectura de la profecía de Amós 3, 1-8; 4, 11-12

Escuchen la palabra que el Señor ha pronunciado contra ustedes,  hijos de Israel, contra toda tribu que saqué de Egipto: “Solo a ustedes he escogido de entre todas las tribus de la tierra. Por eso les pediré cuentas de todas sus transgresiones”. ¿Acaso dos caminan juntos sin haberse puesto de acuerdo? ¿Acaso ruge el león en la foresta si no tiene una presa? ¿Deja el cachorro oír su voz desde la guarida si no ha apresado nada? ¿Acaso cae el pájaro en la red, a tierra, si no hay un lazo? ¿Salta la trampa del suelo si no tiene una presa? ¿Se toca el cuerno en una ciudad sin que se estremezca la gente? ¿Sucede una desgracia en una ciudad sin que el Señor la haya causado? Ciertamente, nada hace el Señor Dios sin haber revelado su designio a sus servidores los profetas. Ha rugido el león, ¿quién no temerá? El Señor Dios ha hablado, ¿quién no profetizará? Los trastorné como Dios trastornó a Sodoma y Gomorra, y quedaron como tizón sacado del incendio. Pero no se convirtieron a mí –oráculo del Señor–. Por eso, así voy a tratarte, Israel. Sí, así voy a tratarte: prepárate al encuentro con tu Dios.

L: Palabra de Dios

T: Te alabamos, Señor

 

Salmo responsorial 5, 5-8

R.Señor, guíame con tu justicia.

Tú no eres un Dios que ame la maldad, ni el malvado es tu huésped, ni el arrogante se mantiene en tu presencia / R.
Detestas a los malhechores, destruyes a los mentirosos; al hombre sanguinario y traicionero lo aborrece el Señor / R.
Pero yo, por tu gran bondad, entraré en tu casa, me postraré ante tu templo santo en tu temor / R.

Aclamación antes del Evangelio (Cf. Sal 129, 5)

“Espero en el Señor, espero en su palabra”.

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 8, 23-27

Se puso en pie, increpó a los vientos y al mar y vino una gran calma

En aquel tiempo, subió Jesús a la barca, y sus discípulos lo siguieron. En esto se produjo una tempestad tan fuerte, que la barca desaparecía entre las olas; Él dormía. Se acercaron y lo despertaron gritándole: “¡Señor, sálvanos, que perecemos!”. Él les dice: “¿Por qué tienen miedo, hombres de poca fe?”. Se puso en pie, increpó a los vientos y al mar y vino una gran calma. Los hombres se decían asombrados: “¿Quién es este, que hasta el viento y el mar lo obedecen?”.

S: Palabra del Señor                                     

T: Gloria a ti, Señor Jesús

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