“Yo soy ‘una voz que grita en el desierto: ¡Allánenle el camino al Señor!’” (Jn 1, 23)
En el evangelio de este día, un grupo de sacerdotes y levitas, por encargo de las autoridades religiosas de Jerusalén, buscan a Juan el Bautista para preguntarle sobre su identidad. Juan les responde abiertamente que él no es el Mesías sino “‘una voz que grita en el desierto: ¡Allánenle el camino al Señor!’, como dijo el profeta Isaías”. Lo interesante de la respuesta de Juan, es la claridad que él tiene de sí mismo y de la misión que le ha sido confiada. Por eso, cuando los fariseos cuestionan su acción de bautizar a las personas, sin ser el Mesías, él responde vinculando siempre su misión a Jesús: “Yo bautizo con agua, pero en medio de ustedes está otro a quien no conocen. Aunque viene después de mí, yo no merezco ni siquiera desatarle la correa de las sandalias”. Al iniciar este nuevo año, podemos dejar resonar en nuestro corazón la pregunta que los sacerdotes dirigen a Juan: ¿Qué dices de ti mismo? y cuestionarnos sobre nuestra identidad. Así mismo, percibir si en la respuesta que damos, Jesús ocupa un lugar central.
Reflexionemos:
¿Qué decimos de nosotros mismos?, ¿Jesús forma parte de nuestra identidad?
Oremos:
Ayúdanos, Señor, en este año que empieza, a valorar mucho más nuestra personalidad, a reconocer los valores y las cualidades que nos has dado. Así mismo, a construir nuestra identidad desde tu Palabra y los valores del Reino. Amén.
Recordemos:
En Jesús encontramos grandes valores que dan identidad a nuestra vida.
Actuemos:
Escribamos en este día, en un cuaderno, aquello que decimos de nosotros mismos y los valores que desde la Palabra nos gustaría cultivar y afianzar más en este año que inicia.
Profundicemos:
Conocernos a nosotros mismos nos ayudará a descubrir los valores, las cualidades que tenemos y las realidades personales que necesitamos transformar. Hacerlo de la mano de Dios, nos ayudará a reconocer su amor y predilección por aquello que somos y tenemos (Libro: En busca de la felicidad).