19 de junio

Caminando con Jesús

Caminar con Jesús permitió a los discípulos experimentar, de primera mano, la compasión y la gracia de Dios en acción. Caminar con Jesús hoy, no debería ser diferente. Su compasión y su gracia siguen disponibles para quien quiera experimentarlas.

“Si perdonan a los hombres sus ofensas, el Padre Celestial también les perdonará a ustedes”
(Mt 6,7-15)

Jesús nos dice que Dios es el Padre bueno que conoce nuestras necesidades; por eso, al dirigimos a Él no necesitamos decir muchas palabras; basta que le abramos nuestro corazón con la confianza y la sencillez de un niño.  Por eso nos enseñó a orar como Él oraba.  La primera parte de la oración de Jesús es reconocer el don de nuestra filiación divina que nos convierte en hermanos de todos. Por ello, nos dirigimos a Dios diciéndole con ternura: “Padrenuestro”, y le pedimos el don de que vivamos como hijos honrando su santo nombre, construyendo en esta tierra su Reino, y cumpliendo su voluntad como los bienaventurados en el cielo. Vivir como hijos de Dios y como hermanos es lo máximo que podemos alcanzar en esta tierra. En la segunda parte del Evangelio, Jesús nos recuerda que somos frágiles, pecadores y vulnerables ante el mal. Por eso nos enseña a pedir al Padre el pan de cada día, y le pedimos nos perdone. Pero el perdón que recibimos de Dios solo lo podemos recibir de Él si nos hemos perdonado de corazón entre nosotros mismos, le pedimos igualmente la fuerza para vencer la tentación y ser liberados del mal. Esta hermosa oración nos da la conciencia de pertenecer a la familia de Dios como hijos y hermanos y nos educa en la confianza y la humildad. 

Reflexionemos:

¿Siento la alegría de pertenecer a la familia de Dios? ¿Sentir a Dios como mi Padre me ayuda a vivir sereno y confiado? ¿El gozo de mi filiación divina me ayuda tener una mirada acogedora y fraterna con las personas con las que a diario me relaciono?

Oremos:

Señor, Padre Santo, sé que tú me perdonas si perdono a quien me ha ofendido, pero sabes que solo no puedo. Abre mi corazón y graba en él los sentimientos de tu Hijo Jesús. Amén.

Actuemos:

Todos los días al orar el Padrenuestro, examino mi confianza filial con Dios y mi apertura con las personas con quienes diariamente me relaciono.

Recordemos:

“Porque si perdonan a los hombres sus ofensas, el Padre Celestial también les perdonará a ustedes”.

Profundicemos:

“Jesús enseña a sus discípulos a orar con sencillez y confianza, destacando la importancia de la oración sincera y el perdón mutuo” (Padre Fidel Oñoro).

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