“Yo les digo que no hagan frente al que los agravia”
(Mateo 5, 38-42)
Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida
San Mateo nos habla de la ley del talión, que era común en la antigüedad, donde primaba la venganza salvaje. Con Jesús se sustituye la misericordia, que es la única que vence el mal y rescata al pecador. Así nos enseña cinco reglas de oro, para nuestra vida. La primera para vencer el mal es no restituir el mal que me hacen. La segunda es la tolerancia, o sea la capacidad de llevar sobre si el peso del otro, su fragilidad. La tercera es renunciar en algún momento a mi derecho, por el bien del otro. La cuarta, es sentir la necesidad del otro como un deber mío. La quinta es dar, este es un principio de comunión, pues Jesús se nos da cada día en la Eucaristía.
Reflexionemos: Jesús nos propone una nueva ley, la del amor y para ello nos regala cinco reglas de oro con las cuales podemos vencer el mal y dejar que triunfe el bien.
Oremos: Maestro bueno, dame la fuerza para estar siempre en salida, al encuentro del otro, a devolver bien por mal y a orar por aquellos que me hacen daño.
Actuemos: Me propongo Señor tener durante este día una obra de amor, un detalle con alguien que me ha hecho daño o a quien siento lejano.
Recordemos: A quien te pide, dale, y a quien te pide prestado, no lo rehúyas.
Profundicemos: El dar es un principio de comunión, el dar y darse, como lo ha hecho el Hijo de Dios que nos ha dado su cuerpo y su sangre.
