19 de julio

Caminando con Jesús

Caminar con Jesús permitió a los discípulos experimentar, de primera mano, la compasión y la gracia de Dios en acción. Caminar con Jesús hoy, no debería ser diferente. Su compasión y su gracia siguen disponibles para quien quiera experimentarlas.

“Les mandó que no lo descubrieran. Así se cumplió lo dicho por el profeta”
(Mt 12, 14-21)

Los que nos critican o nos odian, nos ayudan a crecer en santidad, porque nos llevan a revisar nuestra manera de obrar y contemplar si lo que estamos haciendo responde al plan de Dios o a la misión a la que hemos sido llamados por Él. El Evangelio de hoy nos dice que los fariseos planearon el modo de acabar con Jesús. Pero Jesús se enteró de sus planes, se marchó de aquel lugar y muchos lo siguieron. Él continúo su misión de curar a los enfermos y liberar a quienes padecían dolencias. Centrémonos en la persona de Jesús; Él va haciendo el bien sin buscar fama, ni protagonismos; solo les solicita a aquellos que reciben sus gracias y favores que guarden silencio en todo aquello que realiza. La humildad de Jesús nos revela su presencia divina que pasa a diario por nuestra vida restaurando las dolencias de nuestra alma, por eso, nuestras acciones deben respaldar nuestra fe: “Miren a mi siervo, mi elegido, mi amado, en quien me complazco”. Jesús es el Dios de la paz, la justicia y la misericordia; así, siguiendo sus huellas, podemos aprender que las críticas nos ayudan a descubrir el resentimiento que hay en la sociedad y que nos permiten optar por un comportamiento coherente a nuestra fe. Cuando seamos criticados, no debemos detenernos en dar explicaciones o justificarnos, en defendernos con palabrería o gritos lo que otros ven mal o, mucho menos, en entrar en controversias con nuestros opositores. Lo que debemos hacer es continuar nuestro camino en silencio haciendo el bien, porque no sabemos qué conflictos, heridas o situaciones está viviendo la persona que sobre nosotros ha lanzado un juicio o comentario. Estamos llamados a poner en el Señor toda nuestra confianza.

Reflexionemos:

Cuánto mal hace en el corazón de las personas, los juicios malintencionados que se levantan sobre alguien, muchas veces motivados por la envidia o el rencor. Es importante que confiemos en Dios y no nos preocupemos o suframos lo que los otros dicen; son solo comentarios o apreciaciones que de una u otra manera nos implican, pero, preguntémonos: ¿Estamos dejando que Jesús sea el Maestro interior que nos acompaña en nuestras opciones de vida?

Oremos:

Señor, concédeme tu espíritu de libertad, para obrar según tu Palabra y encontrar en ti la fuente de mi esperanza. Amén.

Actuemos:

No discuto, sino que, al contrario, amo y confío más.

Recordemos:

“Sobre Él pondré mi espíritu para que anuncie el derecho a las naciones”.

Profundicemos:

“Nuestro Señor no fue comparado con un león cuando fue conducido a la muerte Como un cordero, como una oveja, se mantenía en silencio cuando fue llevado a la pasión y a la muerte: ‘Como oveja ante el esquilador; no ha abierto la boca’ en su humillación” (Filoxeno de Mabbug, obispo de Siria)

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