“¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?”
(Mt 12, 48)
Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida
En el evangelio de hoy, puede parecernos un poco extraña la actitud que Jesús tiene hacia su madre y sus hermanos. Actitud que a primera vista parece un rechazo hacia ellos, pero en el fondo quiere mostrarnos, la acogida que Jesús quiere dar a sus seguidores entre los miembros de su familia: “El que cumple la voluntad de mi Padre del cielo, ese es mi hermano y mi hermana, y mi madre”. Así, ser discípulo es ser parte importante de la familia de Jesús y comprometerse a llevar a la vida de cada día sus enseñanzas como lo hizo la virgen María. Pidámosle hoy a ella, la gracia de aprender a escuchar y acoger con fe la Palabra de Dios, y reconocer en cada cosa que vivimos su voluntad.
Reflexionemos: ¿Nos sentimos parte de la familia de Jesús?, ¿cómo llevamos a nuestra vida la voluntad de Dios?
Oremos: Gracias, Señor, por llamarnos a ser parte importante de tu familia. Ayúdanos a descubrir en cada experiencia que vivimos, aquello que el Padre quiere de cada uno de nosotros. Amén.
Recordemos: Ser parte de la familia de Jesús es comprometerse a poner en práctica sus enseñanzas.
Actuemos: Agradezcamos al Señor, en esta jornada por llamarnos a ser hermanos suyos y pidámosle la gracia de aprender a reconocer en todo lo que vivimos su voluntad.
Profundicemos: La oración del Padre Nuestro nos ayuda a reconocernos parte de la familia de Dios y alimentar cada día nuestra relación con Él (Libro: Padre Nuestro).