19 de agosto

Caminando con Jesús

Caminar con Jesús permitió a los discípulos experimentar, de primera mano, la compasión y la gracia de Dios en acción. Caminar con Jesús hoy, no debería ser diferente. Su compasión y su gracia siguen disponibles para quien quiera experimentarlas.

“Más fácil le es a un camello entrar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de los cielos”
(Mt 19,23-30)

El Evangelio de hoy es la continuación del pasaje que escuchamos ayer. Es la respuesta de Jesús a la actitud de tristeza con la que el joven parte tras no ser capaz de renunciar a sus riquezas. Dicha tristeza revela cómo la riqueza puede cegar el corazón al llamado de Jesús. Su “no” resalta la dificultad humana de priorizar a Dios por encima de las posesiones. La afirmación de Jesús sobre el camello y la aguja subraya esta dificultad, pero su frase siguiente abre la puerta a la esperanza: con Dios todo es posible. En este pasaje vislumbramos la tensión que existe entre las exigencias del llamado de Jesús y nuestra fragilidad humana. Aprendamos que renunciar a la riqueza material no es un fin es sí mismo, sino un medio para liberar nuestros corazones y seguir a Cristo sin reservas. Sin embargo, esta entrega solo es verdaderamente posible mediante la gracia divina, que transforma nuestros deseos y nos guía hacia el verdadero tesoro: la vida eterna. La pregunta de Pedro sobre la recompensa se encuentra con la promesa de la gloria futura, invirtiendo la lógica mundana de “primero” y “último”. Así, el evangelio nos invita a examinar nuestros vínculos, a reconocer nuestros límites y a confiar en la gracia de Dios para alcanzar la verdadera riqueza: la vida eterna en comunión con Dios, un valor infinitamente superior a cualquier terreno.

Reflexionemos:

Después de escuchar y meditar el evangelio ¿qué te pide Dios dejar o priorizar en tu existencia?

Oremos:

Maestro Divino, ayúdame a seguir tus pasos con corazón sincero y generoso, respondiendo a la gratuidad de tu amor y salvación. No quiero dividir mi corazón entre tu verdad y la verdad del mundo, ni entre la pobreza y la riqueza, lo único que deseo es entregarme por completo a ti. Amén.

Actuemos:

Hagamos el propósito de anunciar el Reino de Dios a través de una obra de misericordia a favor de una persona que esté necesitada física o espiritualmente.

Recordemos:

Estamos llamados a priorizar el Reino de Dios por encima de todo lo demás, confiando en la promesa, que quien pierde su vida por causa de Cristo, la encontrará abundantemente.

Profundicemos:

Este pasaje bíblico desafía nuestra mentalidad; aquello que damos valor humanamente no son nada comparados con los valores de Reino: humildad, desprendimiento, generosidad, pobreza.

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