“Muchos son los llamados y pocos los escogidos” (Mt 22, 14)
En el evangelio de este día, a través de la parábola de la fiesta de bodas, Jesús nos enseña como Dios sale a nuestro encuentro cada día para invitarnos a participar de su Reino, pero muchas veces, lo rechazamos por ir en busca de otros intereses: “Los convidados no hicieron caso; uno se marchó a sus tierras, otro a sus negocios; los demás les echaron mano a los criados y los maltrataron hasta matarlos”. Indiferencia que hace que en la parábola, el rey mande de nuevo a sus hombres a invitar a todos aquellos que encuentran en el camino, malos y buenos a la fiesta, denotando así, la apertura del Reino de Dios a todos por igual: “La boda está preparada, pero los convidados no se la merecían. Vayan ahora a los cruces de los caminos, y a todos los que encuentren, convídenlos a la boda”. Apertura que también nos implica a nosotros y nos invita a acoger no solo el llamado que Dios nos hace a participar de su Reino, sino también a revestirnos cada día con el traje del amor, el servicio, la esperanza, la entrega y la misericordia hacia los más necesitados. Pidamos al Señor, en este día la gracia de acoger su llamado y comprometernos con fidelidad en la construcción de su Reino.
Reflexionemos:
¿Cómo acogemos la invitación que Dios nos hace cada día a participar de su Reino?, ¿qué enseñanza nos deja para nuestra experiencia de fe esta parábola?
Oremos:
Enséñanos, Señor, a escuchar y reconocer la invitación que nos haces a participar de tu Reino. A revestir nuestro corazón con el vestido de la fe, el amor, el servicio, la entrega y la esperanza. Amén.
Recordemos:
Dios nos invita también a comprometernos cada día con la construcción de su Reino.
Actuemos:
Prestemos atención en esta jornada a la manera como Dios nos llama a participar de su Reino.
Profundicemos:
La mejor manera de discernir la manera como Dios nos llama a participar de su Reino es a través de la contemplación cotidiana de su Palabra (Libro: Agenda litúrgica 2022).