“Salió el sembrador a sembrar su semilla” (Lc 8, 5)
Las parábolas fueron las historias preferidas por Jesús para enseñar a las personas que lo escuchaban y a sus discípulos el sentido del Reino de los Cielos. Historias que tocaban sus corazones y les permitía leer sus vidas, desde ejemplos familiares para ellos, como la parábola del sembrador que narra el evangelio de hoy. A través de la figura del sembrador, Jesús muestra como Dios es quien lanza la semilla de su Palabra al terreno de nuestro corazón, pero que dependiendo de nuestra receptividad y capacidad de escucha, ella fecunda o no, nuestra existencia: “Los de la tierra buena son los que con un corazón noble y generoso escuchan la Palabra, la guardan y dan fruto perseverando”. Así la escucha atenta y la acogida que damos a la Palabra de Dios cada día, pasan a ser dos actitudes claves para que ella fructifique en nosotros y fecunde cada una de las realidades que vivimos. Aprovechemos esta jornada para revisar como es nuestra escucha de la Palabra y pedir al Señor la gracia de aprender a llevarla a nuestra vida con mayor fe y perseverancia.
Reflexionemos:
¿Cómo escuchamos la Palabra de Dios?, ¿ella fecunda e ilumina las realidades que vivimos?
Oremos:
Abre, Señor, cada vez más nuestra mente y nuestro corazón a la escucha atenta de tu Palabra. Enséñanos a recibirla con amor y llevarla a cada una de las realidades que vivimos. Amén.
Recordemos:
La Palabra de Dios es fecunda cuando la escuchamos de manera más consciente.
Actuemos:
Revisemos en este día la manera como escuchamos la Palabra de Dios y la llevamos a nuestra vida.
Profundicemos:
La parábola del sembrador nos enseña a descubrir la importancia de aprender a escuchar atentamente la Palabra de Dios (CD: Historias y parábolas 2).