“El que permanece en mí y yo en él, da fruto abundante”
(Juan 15, 1-8)
Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida
ver la hondura de su amor por cada uno de nosotros: amor que es personal, gratuito, único, e incondicional. Cuando Jesús afirma que Él es la vid y nosotros somos sus ramas, nos está diciendo a ti y a mí que somos parte de su vida: Él no se siente completo sin nosotros y sabe muy bien que nosotros nunca podremos ser felices sin Él.
Además, nos deja comprender que así como en la vid, el fruto no está en el tronco, sino en las ramas; es a través de nosotros que Él sigue dando vida al mundo. No es cuestión de necesidad sino de amor. Jesús puede transformar el mundo sin nosotros; pero, por el valor que nos da al hacernos parte de su vida, la fecundidad de su amor pasa través de nosotros, o no pasa, no por las obras que hagamos, sino por la intimidad que vivamos con El.
8 veces, Jesús repite el verbo permanecer: como súplica: “permanezcan en mí”. Como promesa: El que permanece unido a mí dará fruto abundante; como condición: “el que no permanece en mí, caerá como rama seca”.
Preguntémonos: Qué lindo ver cómo Jesús siendo la Fuente de la vida, nos ruega que permanezcamos unidos a Él para que en la vida: Él y nosotros demos fruto! Su fecundidad pasa a través de nosotros o no pasa. ¿Sientes su predilección Hno.?
Oremos: Gracias buen Jesús, Tu siendo Dios te haces una sola cosa con nosotros para que participemos de tu santidad y de tu gloria. Ayúdanos a responder a tu inmenso amor. Amén.
Recordemos: «Si permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y lo obtendrán. Mi Padre recibe gloria si dan fruto abundante y se portan como discípulos míos”.
Actuemos: Quiero alimentar la unión con Jesús a través de la oración y la búsqueda continua de su voluntad.
Profundicemos: La Iglesia no es una organización jurídica o social. Como la vid, ella es un organismo vivo, es el Cuerpo de Cristo, una comunidad y una corriente de vida. Para formar parte viva de esta vid del Señor no es suficiente, haber sido bautizados; formamos parte de esta vid en la medida en que estando unidos vitalmente a Cristo, compartimos su vida íntima.
Vive la Palabra diaria con nuestro Misal popular