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18 de Marzo

Escucha La Palabra de Dios para cada día

Primera Lectura

Lectura de la Profecía de Oseas 6, 1-6

Regresa al Señor, tu Dios, Israel, después de haber caído por tu propia culpa. Vuelvan al Señor, y en su confesión díganle: “Perdona toda nuestra culpa, y acepta como víctima la oblación que nuestros labios te presentan. No es Asiria quien podrá salvarnos, ni los caballos nos ayudarán a escapar.  No volveremos a llamar ‘dios nuestro’ a objetos hechos con nuestras propias manos. Porque en ti encuentra compasión el huérfano”. A eso el Señor responde así: “Voy a curarlos de su rebeldía, pues los amo de todo corazón, y mi cólera se apartó ya de ellos. Seré para Israel como el rocío, florecerá como azucena, echará raíces como el cedro del Líbano. Tendrá la frondosidad y lozanía del olivo, y la fragancia del Líbano. Los que viven a su sombra volverán a sembrar trigo, y cultivarán vides que darán vino tan famoso como el vino libanés. Efraín, ¿qué tengo ya que ver con tu pasada idolatría? Soy yo quien respondo y velo por ti. Yo soy el ciprés tutelar de Israel, y haré que mi pueblo dé sus frutos”. Qué entienda esto el sabio, que lo comprenda el que tenga entendimiento. Los caminos del Señor son rectos: mientras los justos pueden caminar por ellos, para los malvados son ocasión de tropiezo.

L: Palabra de Dios

T: Te alabamos, Señor

 

Salmo responsorial 50, 3-4. 18-21a

R. Quiero misericordia, y no sacrificio.

Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa; lava del todo mi delito, limpia mi pecado / R.

Los sacrificios no te satisfacen: si te ofreciera un holocausto, no lo querrías. El sacrificio agradable a Dios es un espíritu quebrantado; un corazón quebrantado y humillado, tú, oh Dios, tú no lo desprecias / R.

Señor, por tu bondad, favorece a Sión, reconstruye las murallas de Jerusalén: entonces aceptarás los sacrificios rituales, ofrendas y holocaustos / R.

Aclamación antes del Evangelio (Cf. Sal 94, 8ab)

No endurezcan su corazón a la voz del Señor.

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 18, 9-14

“Al volver a su casa, el que estaba a paz y salvo con Dios era el recaudador”

A propósito de algunos que se sienten seguros de sí mismos por creerse a paz y salvo con Dios y desprecian a los demás, dijo Jesús esta parábola: “Una vez subieron  al templo dos hombres a orar; uno era un fariseo y el otro un recaudador. El fariseo se colocó aparte y empezó a orar así: ‘Oh Dios, te doy gracias de que no soy como los demás, ladrones, desleales, adúlteros; ni como ese recaudador. Ayuno dos veces por semana, y pago el diezmo de todo lo que tengo’. En cambio el recaudador se quedó atrás y ni siquiera se atrevía a levantar la vista al cielo, sino que se golpeaba el pecho y decía: ‘¡Oh Dios, ten compasión de este pecador!’. Pues bien, les digo que al volver a su casa, el que estaba a paz y salvo con Dios era el recaudador y no el fariseo. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido”.

S: Palabra del Señor                                     

T: Gloria a ti, Señor Jesús

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