“Me consta que en ustedes no está el amor de Dios” (Jn 5, 42)
La centralidad del anuncio de Jesús fue revelar el rostro misericordioso del Padre y su gran amor por la humanidad. Rostro que Jesús como hijo revela a través de sus gestos de amor y servicio a los demás, de su autoridad para hablar en nombre de Dios y juzgar la gran brecha que las autoridades religiosas de su tiempo habían propiciado entre Dios y su pueblo, a través de una religiosidad vacía, centrada más en ritos externos, que en el amor al prójimo. Por eso, Jesús en el evangelio de este día, juzga duramente a las autoridades judías, por no reconocer en él, al enviado de Dios: “Ustedes nunca han escuchado su voz, ni han visto su rostro, ni su palabra permanece en ustedes, pues al que Él envió no le creen”. Juzga también su centralidad en reconocimientos humanos, más no en el amor de Dios: “Yo no busco la gloria que viene de los hombres. Además, me consta que en ustedes no está el amor de Dios”. Pidamos al Señor, en este día, que nos ayude a reconocer si como las autoridades religiosas nosotros hemos descuidado el amor de Dios por centrar nuestros intereses en reconocimientos humanos. Así mismo, si nuestras acciones testimonian o no, la fe que tenemos en Dios.
Actitud: Testimonio.
Reflexionemos:
¿Qué intereses mueven nuestra existencia?, ¿vive en nosotros el amor de Dios?
Oremos:
Ayúdanos, Señor, a reconocer la importancia de vivir una fe que testimonie en primer lugar tus enseñanzas. Danos la capacidad de no caer en una espiritualidad vacía, que deje de lado el amor y el servicio a los demás, por buscar reconocimientos humanos. Amén.
Recordemos:
Como seguidores de Jesús lo primero que estamos llamados a vivir es el testimonio.
Actuemos:
Testimoniemos en esta jornada, el gran amor que Dios nos tiene, saliendo al encuentro de las necesidades de quienes están a nuestro lado.
Profundicemos:
Seguir a Jesús implica comprometerse con las necesidades de los demás y reflejar con nuestras acciones, las enseñanzas del evangelio (Libro: El testimonio).