18 de julio

Caminando con Jesús

Caminar con Jesús permitió a los discípulos experimentar, de primera mano, la compasión y la gracia de Dios en acción. Caminar con Jesús hoy, no debería ser diferente. Su compasión y su gracia siguen disponibles para quien quiera experimentarlas.

“El Hijo del hombre es señor del sábado”
(Mt 12, 1-8)

El hambre es una necesidad fisiológica que el organismo experimenta y que debe ser saciada para que el cuerpo recobre sus fuerzas, nos dé energía y vitalidad, pero también existe un hambre espiritual que debe nutrirse del alimento que es Cristo, el enviado del Padre. Hoy el Evangelio centra su atención en la experiencia de la misericordia. En el texto encontramos una controversia entre los fariseos y Jesús. La cuestión es que, para los fariseos, el sábado es un día de descanso y para el cristiano, el día más importante es el domingo por ser el día que Jesús resucitó y venció a la muerte. Por eso, frente al interrogante de los fariseos, Jesús les refresca la memoria trayéndoles llamándoles la atención recordándoles hasta dónde debe llegar la ley: “¿Y no han leído en la ley que los sacerdotes pueden violar el sábado en el templo sin incurrir en culpa?”. Jesús enseña que el espíritu de la ley es el amor. La ley se ha dado para entender lo que es el amor y que en él tiene su cumplimiento: “Aquí hay uno que es más grande que el templo”. Escuchando y acogiendo las enseñanzas de Jesús podemos entender que el tiempo que tenemos, mientras transitamos por esta tierra, es para aprovecharlo desde la entrega y el servicio que podemos ofrecerle a nuestros hermanos. Es el tiempo para amar desde lo profundo del corazón.

Reflexionemos:

Escuchando atentamente a Jesús, aprendemos a actuar y entregarnos con un corazón más humano. Preguntémonos: ¿Cómo estoy alimentando mi alma? ¿Acojo la misericordia que Dios me ofrece y la ofrezco, a su vez, a los demás?

Oremos:

Señor Jesús, enséñame a encontrar en ti mi delicia para que mi gozo y alegría estén siempre en el perdón que tú nos brindas. Amén.

Actuemos:

Agradezco al Señor por el pan que coloca en nuestra mesa y bendigo a las personas que preparan el alimento diario.

Recordemos:

“Si comprendieran lo que significa ‘quiero misericordia y no sacrificio’, no condenarían a los inocentes”.

Profundicemos:

“Cuando no se aprecia lo específico del corazón perdemos las respuestas que la sola inteligencia no puede dar, perdemos el encuentro con los demás, perdemos la poesía. Y nos perdemos la historia y nuestras historias, porque la verdadera aventura personal es la que se construye desde el corazón” (Papa Francisco. Dilexis N° 11).

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