
“José hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella, viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados”. Este mensaje del ángel que José recibe en sus sueños, lo lleva acoger a María, a no denunciarla, sino a repudiarla en secreto. Y es maravilloso ver la actitud de José, quien, sin dudar de las palabras del ángel, se levanta y hace lo que le pide, es decir, se lleva a María a su casa. José es un ejemplo de fe, de amor, de padre, de persona abierta al misterio de Dios. El nombre Jesús significa, Dios salva, y Emmanuel, “Dios con nosotros”, ya que la salvación que Dios nos ofrece, nos viene a través de Jesús. Por eso, las primeras generaciones cristianas llevaban muy dentro de sí, el nombre de Jesús. Pidamos a Dios, que, en este tiempo de Adviento, nos ayude a recuperar el verdadero sentido de la Navidad. Recobremos el valor del silencio que nos devuelve a lo esencial, que nos libera de la superficialidad, del vacío, del sinsentido y nos llama a reconocer a Jesús, al Emanuel, al Dios con nosotros que está dentro de nuestro ser.
¿Creemos que Dios, no nos pide cosas que sean superiores a nuestras fuerzas y que, con su ayuda, todo es más llevadero?
Señor, Jesús, enséñame en este tiempo de Adviento a acoger como san José a María en mi casa. A abrir mi corazón con fe y esperanza al anuncio del ángel y dejarme fecundar por su Palabra. A no tener reparo de salir de mis comodidades para abrirme a lo que es realmente esencial en la vida. Amén.
Cuando en el camino de la vida, experimentamos la seriedad y responsabilidad ante lo que Dios nos pide y que parece superior a nuestras fuerzas, lo común es huir, evadir. Pero aprendamos a confiar en la ayuda de Dios.


