Hoy celebramos la fiesta de la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo. Es una de las advocaciones marianas más conocidas y veneradas en la Iglesia católica. A la Virgen del Carmen se le considera patrona de los marineros, pescadores, navegantes; aquí, en nuestro país, es muy venerada por los conductores que a diario se enfrentan a los peligros de las carreteras que se colocan bajo su maternal protección. “Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a los pequeños” En la perícopa de hoy, encontramos un mensaje muy bello, con una carga extraordinaria de afecto y gratitud en la que Jesús nos revela la paternidad de Dios, que en la persona de su Hijo, nos da a conocer su designio de amor siendo un don para la humanidad. Pero no todos están dispuestos a acogerlo, porque cuando el corazón humano es egoísta y busca jactarse de conocimientos –no de la sabiduría que procede de Dios sino de los hombres para ser reconocido y alabado–, no logra descubrir los misterios del reino, pero cuando el corazón humano se reconoce pobre y necesitado de Dios, entonces encuentra en Él su felicidad verdadera.
Cuando acudo a la oración, ¿cómo es mi actitud ante el Señor? ¿Soy consciente de presentarme ante Él con un corazón agradecido y humilde?
María, Madre de todo consuelo, enséñame a ser humilde como tú y a tener un corazón disponible para que Dios more en él. Amén.
Fortalecer mi amistad con Dios dedicando tiempo a la oración.
“Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar”.
“El plan de Dios puede ser aceptado o rechazado por el hombre, pero no puede ser discutido”. (Comentarios a la Biblia Litúrgica).
