“Quiero misericordia y no sacrificio” (Mt 12, 7)
En este día celebramos una de las fiestas marianas de mayor arraigo en el mundo entero, la fiesta de la Virgen del Carmen, patrona de los conductores y navegantes. El evangelio nos lleva a centrar nuestra mirada en el verdadero sentido de la misericordia, la cual va mucho más allá del cumplimiento de ciertas normas o preceptos, como lo vemos en la controversia que Jesús tiene con los fariseos por comer el sábado: “Si comprendieran lo que significa ‘quiero misericordia y no sacrificio’, no condenarían a los que no tienen culpa”. Con estas palabras Jesús antepone el valor de la vida sobre cualquier precepto religioso y muestra la importancia de tener una experiencia de fe centrada más en el amor, el servicio y la compasión, que en el cumplimiento de leyes vacías, así como lo hizo nuestra madre María. Pidámosle a ella, en su advocación del Carmelo, que nos ayude a ser personas misericordiosas que sepan centrar su mirada en los valores que realmente promuevan la vida, el respeto y la dignidad de las personas.
Reflexionemos:
¿Somos personas misericordiosas?, ¿cómo podemos vivir una espiritualidad que trascienda las normas rituales y promueva mucho más el amor y la misericordia?
Oremos:
Virgen del Carmen, danos un corazón dócil y misericordioso como el tuyo, capaz de vivir una religiosidad comprometida con la vida, el cuidado y el bienestar de quienes están a nuestro lado. Amén.
Recordemos:
Nuestra experiencia de fe debe llevarnos a ser misericordiosos con los demás.
Actuemos:
Tratemos este día con misericordia a nuestros seres queridos.
Profundicemos:
María nos enseña con su vida, la manera de ser atentos y misericordiosos con quienes están a nuestro lado (Libro: Novena a la Virgen del Carmen).