«Hagan lo que Jesús les diga” ».
(Juan 2, 1-11)
Hermanos, es domingo día del Señor! Nos hemos congregado con honda alegría para celebrar a Jesús Resucitado, razón de nuestra fe y de la unión que nos hermana.
María y Jesús con sus discípulos fueron invitados a una fiesta de bodas en Caná de Galilea; y en lo mejor de la fiesta, la Virgen se dio cuenta que se acababa el vino. Con la delicadeza que le era propia, ella lo dijo a Jesús segura de que haría algo para ayudar a los esposos: El, en un primer momento pareció resistirse, pero la Madre con plena confianza en Su hijo, le pidió a los sirvientes que fueran donde Jesús e hicieran lo que él dijera.
Es hermoso ver cómo, con el gesto de confianza de la madre, Jesús entendió que Dios quería que actuara. Entonces dijo a los servidores que llenaran de agua las tinajas vacías. Y con esa intervención simple de Jesús, esa agua se convirtió en delicioso vino.
Reflexionemos:
¿Quiero de veras que Jesús entre en mi vida? ¿Estoy dispuesto a hacer lo que Jesús me diga: en el profundo de mi conciencia, en Su Palabra y a través de los demás?
Oremos:
Gracias Jesús porque te interesas hasta de los mínimos detalles de nuestra vida y nos quieres felices; ayúdanos a hacer lo que tú nos dices, como nos enseñó María, madre tuya y nuestra.
Recordemos:
El jefe del servicio no sabía de dónde había salido más vino… De modo que cuando probó el agua convertida en vino, dijo al novio: “Todo el mundo sirve primero el mejor vino…Tú, en cambio, guardaste el mejor vino hasta ahora”
Actuemos:
Contaré cada día con la intercesión de María santísima para ser fiel en el seguimiento de Jesús.
Profundicemos:
Jesús comienza su vida pública en el interior de una familia, en el seno de un hogar. Y es precisamente en el seno de nuestros hogares donde continuamente Él se sigue introduciendo, Él sigue siendo parte. Le gusta meterse en la familia. Papa Francisco