“¿Eres tú el que ha de venir o debemos esperar a otro?” (Lc 7, 20)
En el evangelio de hoy, Juan el Bautista envía a dos de sus discípulos para preguntarle a Jesús si era el mesías. Si bien Juan sabía que alguien debía venir después de él, siente la necesidad de confirmar si Jesús es o no, el enviado de Dios, especialmente ante las difíciles circunstancias que atraviesa, al estar detenido en la prisión de Herodes. Jesús al escuchar la pregunta de los discípulos de Juan les responde a través de sus acciones salvíficas que marcan el inicio de un nuevo comienzo: “Vayan e informen a Juan lo que vieron y oyeron: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los muertos resucitan, a los pobres se les anuncia la buena noticia”. Aprovechemos esta jornada para contemplar cómo ha sido el paso de Dios por nuestra vida en este último año, marcado especialmente por la crisis del coronavirus y cuáles han sido los signos visibles que nos hablan de su presencia tanto en nuestra vida personal como familiar.
Reflexionemos:
¿Qué acciones salvíficas ha obrado Dios en nuestra vida?, ¿qué aprendizajes nos deja la coyuntura actual que vivimos por el coronavirus?
Oremos:
Gracias, Señor, por toda la experiencia de vida que nos deja la crisis actual del coronavirus. Gracias por que a través de ella, hemos podido constatar como nosotros hoy, a través de los gestos de cercanía y de solidaridad que tenemos hacia los demás, somos continuadores de tu misión salvadora. Amén.
Recordemos:
En Jesús descubrimos la mayor manifestación del amor de Dios por la humanidad.
Actuemos:
Solidaricémonos en este día con alguna familia que pase alguna necesidad material o espiritual.
Profundicemos:
El amor es uno de los sentimientos que más llega al corazón y a la vida de todo ser humano. Hacer de él, un medio para transmitir las enseñanzas del evangelio nos ayudará a ser signos visibles de la presencia de Dios para los demás (Libro: El amor es la única revolución).