“Vayan a contar a Juan el Bautista lo que vieron y oyeron”
(Lucas 7, 22)
Permitamos que la Palabra del Señor toque nuestra vida
En evangelio de hoy nos deja ver cómo también Juan Bautista el precursor del Señor sintió la necesidad de discernir la Verdad sobre Jesús Hijo de Dios. Por ello, con humildad envía a dos de sus discípulos a que pregunten directamente a Jesús si es él el Mesías. Jesús no les responde con palabras, sino mostrándoles su cercanía y ternura compasiva con la gente y realizando delante de ellos las acciones misericordiosas que le son propias: abre los ojos a los ciegos, cura las enfermedades y libera del espíritu del mal. Luego les dice que vayan a contar a Juan lo que han visto: Jesús está cerca de los más necesitados: los acoge con amor, los mira a los ojos, los escucha con ternura y los libera de sus males.
En Jesús se revela plenamente el corazón de Dios, cuya identidad más profunda es la misericordia, como fue revelada a Moisés: “El Señor, el Señor, Misericordioso y compasivo: lento a la ira y rico en bondad”. Estas son las actitudes que Dios quiere revelar en cada persona que le abra su corazón.
Reflexionemos:
¿Conozco los verdaderos sentimientos de mi corazón? ¿Con cuáles actitudes me acerco a las personas? Señor líbrame de todo prejuicio y sentimiento negativo, dame un corazón benigno y bondadoso, para que pueda a acoger con amor a las personas que colocas en mi camino.
Oremos:
Gracias Jesús por tu manera divina de acercarte a nosotros, a cada uno nos acoges en la situación concreta en que nos encontramos y nos amas sin condición y sin reservas. Danos tus mismos sentimientos hacia todas las personas. Amén
Recordemos:
«La caridad es paciente, es servicial; la caridad no es envidiosa, no es jactanciosa, no se engríe; es decorosa; no busca su interés; no se irrita; no toma en cuenta el mal” 1 Cor. 13, 1-5
Actuemos:
Hoy tratare de acercarme a las personas que encuentre con actitud de benevolencia y bondadosa acogida
Profundicemos:
“Dichosos los que están atentos a las urgencias de los demás, sin sentirse indispensables” Tomás Moro