Hoy leemos el capítulo 15 de Lucas, que empieza exponiendo el contexto en que se desarrollan las tres parábolas: la oveja, la moneda y el hijo prodigo. Jesús las expone para darnos a conocer el amor misericordioso de Dios. En su libro Jesús de Nazaret, Benedicto XVI, refiriéndose a la parábola de los dos hermanos y el padre misericordioso, trata la relación entre fariseos y pecadores, dice que este texto de Lucas “se convierte en una llamada a dar un nuevo sí a Dios que nos llama” y amplía esta afirmación diciendo que “ el padre ve al hijo cuando todavía estaba lejos”, y sale a su encuentro. Escucha su confesión y reconoce en ella el camino hacia la verdadera libertad. Vemos como el padre lo abraza y lo besa y le manda a preparar un banquete, “porque este hijo estaba perdido y lo hemos encontrado”. Jesús acoge a los pecadores para liberarlos de su situación y orientarlos hacia Dios. Preceden a esta parábola las otras dos, que ponen de relieve que, en su encuentro con el hombre, la iniciativa siempre es de Dios, incluso cuando somos sordos a la voz del amor. La iniciativa de Dios significa que, a los que hemos experimentado su cercanía nos está pidiendo una actitud misionera que nos haga salir de nosotros mismos. Si meditáramos a diario la Palabra de Dios y actuáramos coherentemente, no solo seriamos los favorecidos de una nueva forma de amar, sino que entenderíamos que esta no tiene medida. Buscar la oveja perdida y dejar las noventa y nueve exige renunciar a muchas seguridades y comodidades habituales. Esto solo nos sucede cuando creemos en la gratuidad del amor de Dios, queremos que todos participen del mismo don experimentando el perdón. Perdonar es dar vida y recibirla.
¿Soy testigo del amor de Dios que es todo amor, rico en misericordia?
Señor, gracias por tu amor misericordioso, por buscarme cuando me pierdo, por recibirme con los brazos abiertos. Ayúdame a ser compasivo como tú. Amén.
Reconocer nuestras envidias y celos, para abrir nuestro corazón a nuestros hermanos.
Este capítulo contiene tres parábolas con las cuales Jesús nos cuenta y enseña sobre la misericordia y el amor de Dios hacia los pecadores arrepentidos.
Sobre el arrepentimiento, la misericordia, el gozo en el cielo y el verdadero carácter del Padre.