“Sean compasivos como su Padre es compasivo”
(Lc 6, 27-38)
Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida
Vivimos en una sociedad marcada por una realidad de injusticia, de acaparamiento de bienes no solamente materiales sino cultural, espiritual, de ideología, de violencias donde se quiere imponer la ley del más fuerte. En contraposición a todo ello, en el Evangelio de hoy, Jesús nos plantea una propuesta de vida radical: “Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian, bendigan a los que los maldicen, oren por los que los injurian” es decir, vencer el mal a fuerza del bien. Como lo dice el Beato Santiago Alberione, es impregnar todas estas realidades de muerte con la Luz del Evangelio para que en Cristo el ser humano pueda encontrar su verdadera identidad. Para todo cristiano el amor es el arma sublime para combatir todo mal. Un amor que se fundamente no sólo en nuestra capacidad humana sino en la fuerza, la misericordia y gracia que nos viene de Dios.
Reflexionemos: ¿Cuándo debo afrontar momentos difíciles o contradictorios, los vivo desde esa perspectiva evangélica o al contrario respondo con agresividad y violencia?
Oremos: Señor, pon en mí un corazón dócil a la voz de tu Palabra, para que pueda amar a los demás como tú me has amado. Amén.
Actuemos: En oración pediré al Señor la paz en mi corazón y en el corazón de las personas con quien tengo alguna dificultad.
Recordemos: Traten a los demás como quieren que ellos los traten.
Profundicemos: La Palabra de Cristo habite entre ustedes en toda su riqueza; enséñense unos a otros con toda sabiduría; corríjanse mutuamente.
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