14 de julio

 

“Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra” (Mt 11, 25)

 

En el evangelio de este día, Jesús nos lleva a experimentar la gran alegría que siente al saber que Dios escoge a los pequeños, humildes y sencillos para revelarles su amor y predilección: “Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla”. Reconocimiento que a su vez, lo lleva a agradecer al Padre del cielo, la estrecha unidad que vive con él y la posibilidad que le brinda de transmitir sus enseñanzas a todos aquellos a quien él quiera comunicárselos: “Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar”. Enseñanzas que hoy llegan a nosotros y que gracias al Evangelio podemos conocer. Por eso, aprovechemos esta jornada para agradecer a Dios la oportunidad que nos brinda de escuchar cada día su Palabra e iluminar desde ella, las diferentes realidades que vivimos. Así mismo, pidámosle un corazón humilde, dócil y sencillo para acoger con fe sus enseñanzas.

 

Reflexionemos:

¿Cómo acogemos y llevamos a nuestra vida las enseñanzas del evangelio?, ¿somos personas dóciles y sencillas?

 

Oremos:

Gracias, Señor, por revelarnos cada día tu amor y tu predilección a través de tus enseñanzas. Gracias, por hacernos partícipes de la estrecha unidad que tienes con el Padre e invitarnos a vivir esta misma unidad con él. Amén.

 

Recordemos:

Jesús nos invita acoger sus enseñanzas con humildad y sencillez.

 

Actuemos:

Agradezcamos al Señor en este día por revelarnos y comunicarnos su amor y cercanía a través de sus enseñanzas.

 

Profundicemos:

Jesús no solo nos revela y nos comunica sus enseñanzas, sino que también nos invita a compartirlas con los demás (Libro: Misericordia y consolación).

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