
El desierto y el yermo se regocijarán, se alegrará la estepa y florecerá, germinará y florecerá como flor de narciso, festejará con gozo y cantos de júbilo. Le ha sido dada la gloria del Líbano, el esplendor del Carmelo y del Sarón. Contemplarán la gloria del Señor, la majestad de nuestro Dios. Fortalezcan las manos débiles, afiancen las rodillas vacilantes; digan a los inquietos: “Sean fuertes, no teman. ¡He aquí su Dios! Llega el desquite, la retribución de Dios. Viene en persona y los salvará”. Entonces se despegarán los ojos de los ciegos, los oídos de los sordos se abrirán; entonces saltará el cojo como un ciervo. Retornan los rescatados del Señor. Llegarán a Sión con cantos de júbilo: alegría sin límite en sus rostros. Los dominan el gozo y la alegría. Quedan atrás la pena y la aflicción.
L: Palabra de Dios
T: Te alabamos, Señor
R. Ven, Señor, a salvarnos.
El Señor mantiene su fidelidad perpetuamente, hace justicia a los oprimidos, da pan a los hambrientos. El Señor liberta a los cautivos / R.
El Señor abre los ojos al ciego, el Señor endereza a los que ya se doblan, el Señor ama a los justos. El Señor guarda a los peregrinos / R.
Sustenta al huérfano y a la viuda y trastorna el camino de los malvados. El Señor reina eternamente, tu Dios, Sión, de edad en edad / R.
Hermanos, esperen con paciencia hasta la venida del Señor. Miren: el labrador aguarda el fruto precioso de la tierra, esperando con paciencia hasta que recibe la lluvia temprana y la tardía. Esperen con paciencia también ustedes, y fortalezcan sus corazones, porque la venida del Señor está cerca. Hermanos, no se quejen los unos de los otros, para que no sean condenados; miren: el juez está ya a las puertas. Hermanos, tomen como modelo de resistencia y de paciencia a los profetas que hablaron en nombre del Señor.
L: Palabra de Dios
T: Te alabamos, Señor
El Espíritu del Señor está sobre mí: me ha enviado a evangelizar a los pobres.
“¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?”
En aquel tiempo, Juan, que había oído en la cárcel las obras del Mesías, mandó a sus discípulos a preguntarle: “¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?”. Jesús les respondió: “Vayan a anunciar a Juan lo que están viendo y oyendo: los ciegos ven y los cojos andan; los leprosos quedan limpios y los sordos oyen; los muertos resucitan y los pobres son evangelizados. ¡Y bienaventurado el que no se escandalice de mí!”. Al irse ellos, Jesús se puso a hablar a la gente sobre Juan: “¿Qué salieron ustedes a contemplar en el desierto, una caña sacudida por el viento? ¿O qué salieron a ver, un hombre vestido con lujo? Miren, los que visten con lujo habitan en los palacios. Entonces, ¿a qué salieron?, ¿a ver a un profeta? Sí, les digo, y más que un profeta. Este es de quien está escrito: ‘Yo envío a mi mensajero delante de ti, el cual preparará tu camino ante ti’. En verdad les digo que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan el Bautista; aunque el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él”.
S: Palabra de Dios
T: Gloria a ti, Señor Jesús

