14 de agosto

Caminando con Jesús

Caminar con Jesús permitió a los discípulos experimentar, de primera mano, la compasión y la gracia de Dios en acción. Caminar con Jesús hoy, no debería ser diferente. Su compasión y su gracia siguen disponibles para quien quiera experimentarlas.

“No te digo que perdones hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete”
(Mt 18, 21 - 19, 1)

El Evangelio de hoy nos presenta un diálogo profundo entre Pedro y Jesús. Pedro se acerca al Maestro con una pregunta cuidadosamente formulada que refleja su disposición al perdón: “Si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces tengo que perdonarlo? ¿Hasta siete veces?”. Este planteamiento por parte de Pedro, muestra una generosidad notable, ya que la ley judía establecía que el perdón debía concederse hasta por lo menos tres veces. Pedro, con su propuesta, duplica y añade, pensando, quizás, que siete es un número suficiente. Sin embargo, Jesús con su infinita sabiduría, trasciende los límites de la ley y expone la insuficiencia de esta supuesta generosidad. La respuesta que dirige a Pedro es contundente: “No te digo siete veces, sino setenta veces siete”. Con ello, Jesús nos invita a un perdón sin medida, sin condiciones ni límites. Para ilustrar esta enseñanza, Jesús le comparte a sus oyentes la parábola del rey que quiso ajustar cuentas con sus siervos. Esta historia no solo transmite el amor y la misericordia del Padre, sino que revela a Jesús como el verdadero ícono de ese amor inagotable y de la ternura divina. El perdón cristiano, entonces, brota de la experiencia de haber recibido el perdón mismo de Dios. Aquellos que han experimentado la inmensidad de la misericordia del Padre no pueden ni deben limitar su capacidad de perdonar o de aceptar al prójimo.

Reflexionemos:

¿He perdonado como Jesús me exhorta a perdonar? ¿Me cuesta perdonar? ¿Hay alguien a quien todavía no he perdonado?

Oremos:

Señor Jesús, Divino Maestro, enséñame a perdonar como tú perdonas, a dejar atrás las ofensas con un corazón libre y pleno de amor. Ayúdame a identificar a quién no he perdonado sinceramente y dame la gracia para perdonar a quienes me hayan ofendido, tal como tú lo haces conmigo. Amén.

Actuemos:

Estoy atento y no guardo rencor ni llevo la cuenta de las ofensas que he recibido.

Recordemos:

“Jesús nos exhorta a abrirnos valientemente a la fuerza del perdón, porque en la vida no todo se resuelve con la justicia: es necesario el amor misericordioso” (Papa Francisco).

Profundicemos:

El apóstol Pedro plantea una inquietud sobre los límites del perdón hacia quienes nos ofenden. La respuesta que da Jesús es impactante y retadora: el perdón no tiene límites, ya que debe ser ofrecido de manera continua y sin reservas.

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