
Jesús nos enseña que el Reino de Dios no se manifiesta con señales espectaculares, sino que ya está presente entre nosotros cuando acogemos su amor y vivimos según su voluntad. No hay que buscarlo fuera ni en promesas vacías, porque el Reino comienza en el corazón que se abre a la fe, la justicia y la paz. Además, Jesús recuerda que su camino pasa por el sufrimiento antes de la gloria, invitándonos a confiar en Él incluso en medio de las pruebas. Este evangelio nos llama a reconocer y vivir el Reino aquí y ahora. El Reino de Dios ya está en medio de nosotros y crece en los corazones que lo acogen.
¿Cómo descubro la presencia del Reino de Dios en mi vida y en mi comunidad? ¿Estoy dispuesto a vivir con paciencia y fe, aun cuando no entiendo los tiempos de Dios?
Jesús Maestro, abre mis ojos para reconocer tu Reino en mi vida cotidiana. Dame un corazón dispuesto a vivir según tu amor y tu paz. Haz que mi fe permanezca firme en los momentos de prueba. Señor, ayúdame a construir tu Reino con gestos de amor y justicia. Haz que mi vida sea un reflejo de tu presencia en el mundo. Amén.


